
Cuatro meses de negociaciones han bastado a Peugeot-Citroën (Grupo PSA) y a General Motors (GM) para llevar a cabo la venta de Opel. Una operación ultrarrápida, que tiene su origen en el intento de alianza entre los dos grupos abortado en 2012. La resurrección del grupo francés y las dificultades sin fin de la marca alemana han servido de detonante. Así será el nuevo gigante del motor en España.
La guerra relámpago se ha librado limpiamente y, a decir verdad, nadie la había visto venir. Entre PSA y Opel, que oficializaron este lunes la compra del segundo por el primero, la historia de amor podría parecer a primera vista un flechazo. "Nunca he visto un calendario tan rápido en un sector tan complejo como el del automóvil", se admira uno de los negociadores.
¿Las primeras conversaciones? En octubre pasado, cuando Carlos Tavares, el presidente de PSA, y Mary Barra, la presidenta de General Motors, propietaria de Opel, se dan citan en París. A finales de mes, los dos dirigentes otorgan mandato cada uno a su banco asesor, Morgan Stanley por la parte francesa, y Citi por la parte americana. Es el verdadero inicio Magritte, con la intervención de Picasso (PSA), Gauguin (General Motors) y Offenbach (Opel). Dos pintores que prestan atención a un compositor de origen alemán nacionalizado francés...
El secreto está bien guardado. En PSA, solo un puñado de dirigentes conocen el secreto - Carlos Tavares y Jean-Baptiste de Chatillon, el director financiero, están en primera línea. Cuando Mary Barra acude, en enero, a la Avenida de la Grande-Armée, la sede parisina de Peugeot, se ordena a los empleados que cierren las puertas para que nadie se cruce con la directora americana. El gabinete Roland Berger es el encargado de pulir el apartado industrial del acercamiento, pero la dirección no remató la operación hasta finales de enero.
En cuanto a los tres accionistas principales de PSA (el Estado francés, la familia Peugeot y el constructor chino Dongfeng, que poseen cada uno el 13% del capital), descubren el proyecto a mediados de febrero, horas antes de las filtraciones a la prensa. Robert Peugeot, el líder de la familia, es llamado de urgencia cuando se encontraba en la otra punta del mundo. "En una operación de esta envergadura, mantener el secreto es esencial. No era posible pedir el adelante de cada uno", relativiza un accionista.
Si el puzzle Magritte ha podido unirse en apenas cuatro meses es porque las piezas estaban ya en el tablero desde 2012. El 29 de febrero, PSA anuncia con gran boato su "alianza mundial" con General Motors. El grupo americano compra el 7% del capital del grupo galo y se consideran cooperaciones en Europa. Entre un constructor acuciado por su acumulación de pérdidas en Europa -¡su último ejercicio con beneficios se remonta al siglo pasado! - y un PSA demasiado pequeño y deseoso de crecer, la consolidación adquiere sentido.
Los ingenieros de PSA y de Opel no se pierden de vista. A pesar de todo, sus cúpulas han validado tres proyectos de cooperación cruzada: el nuevo Peugeot 3008 y el futuro crossover de Opel, el Grandland, se fabricarán en la planta de PSA de Sochaux; los sustitutos de los C3 Picasso y de los Opel Meriva (Crossland X) en la planta de Opel en Zaragoza, mientras que los dos utilitarios saldrán de las cadenas PSA de Vigo. Cada vez más, los vehículos adoptan plataformas y motores de PSA, que gestiona además el pliego de condiciones.
La paciencia de Mary Barra
"Dieciséis años de pérdidas consecutivas fueron la gota que colmaron el vaso para Mary Barra. La presidenta de GM ha comprendido que no existía ya solución interna viable", indica un negociador. "Los mercados hubieran estado dispuestos a una cesión por la cantidad simbólica de un dólar", incide Emmanuel Rosner, analista en CLSA. La gran sacerdotisa de Detroit está ahora convencida de que es preciso cerrar el caso.
La decisión se hace imperiosa, habida cuenta de que se divisan en el horizonte otras inversiones prohibitivas. El endurecimiento de las reglamentaciones medioambientales (emisiones de C02, y sobre todo el escándalo del diésel) en Europa desempeña un papel clave, que obliga a GM a seguir invirtiendo si desea cumplir las futuras normas.
En Estados Unidos, donde están habituados a márgenes de dos cifras, la suerte está echada. Y las miradas se vuelven de nuevo hacia PSA. El grupo francés es ahora suficientemente sólido para garantizar el futuro de Opel. Por la parte francesa, se examinan también las ventajas: sin duda, la operación situaría más al grupo en Europa, pero permitiría alcanzar al fin un tamaño crítico.
En París, el consejo de supervisión del 22 avala el apoyo oficial de la familia Peugeot, de Dongfeng y del Estado francés. Sigue una despedida en Londres. En todas las ocasiones, Carlos Tavares mantiene el mismo discurso: PSA respetará la identidad de Opel, los acuerdos vigentes, e invertirá en las plantas industriales deficientes. Los negociadores abordan los últimos puntos calientes. Si GM está de acuerdo para mantener en su balance una buena parte de las jubilaciones, el americano resiste sobre el tema I+D: no desea que Opel utilice sus patentes sobre el coche eléctrico fuera de Europa. Susto en las discusiones. La fecha del consejo de supervisión final, fijada para el 3 de maro, está pendiente de un hilo. Furioso con las filtraciones, su presidente, Louis Gallois, recuerda a todos que la revelación de información compete a lo penal. En París, Morgan Stanley y los abogados de Bredin Prat trabajan sin descanso en ello. Finalmente, se llega a un entendimiento sobre las jubilaciones - GM mantiene la mayor parte en su balance-, y después sobre la I+D. Para todo el mundo, la oportunidad es demasiado buena.
Avenue de la Grande-Armée, el consejo da comienzo el 3 de marzo a última hora de la mañana, y espera el cierre de la bolsa para concluir y dar su luz verde definitiva. Mary Barra acudirá en persona a París para firmar el acuerdo el lunes. El cuadro está terminado y Picasso puede bailar el cancán francés con Offenbach, su nueva musa.
Los escollos: las jubilaciones y las patentes
En el sprint final de las negociaciones, los equipos de negociación de Opel y PSA resolvieron los dos grandes escollos de la fusión. En primer lugar las jubilaciones de los trabajadores de Opel-Vauxhall: GM ha tenido que financiar 7.000 millones de euros para cubrir las jubilaciones de sus empleados alemanes y británicos... Está también el apartado del I+D: a pesar de sus 7.000 ingenieros, Opel compra el grueso de sus tecnologías a General Motors, que alberga las patentes. Un rompecabezas.
Las filtraciones a la prensa no ayudaron. El 14 de febrero, los Estados francés, alemán y británico, descubren, alarmados, el proyecto de unión a través de los medios. Entre los sindicatos y los trabajadores, la sorpresa fue total. Todos se pusieron en guardia contra los riesgos para el empleo. Carlos Tavares comenzó la vuelta a Europa. El 20 de febrero se traslada a Alemania para reunirse con los sindicatos y el 21 mantuvo una conversación telefónica de treinta minutos con la canciller Angela Merkel.