
Que el Popular encara una etapa decisiva, donde es crucial mejorar la reputación y, sobre todo, emprender una labor de limpieza de envergadura para recuperar el favor del mercado es evidente. Tanto que la propia entidad condicionará el bonus de la nueva ejecutiva que capitaneará Emilio Saracho a abordar con decisión ambos desafíos.
La retribución variable asignada a los consejeros ejecutivos (a Saracho, al consejero delegado, Pedro Larena, y al secretario del consejo, Francisco Aparicio) tiene un componente ligado a objetivos anuales y otro a metas trianuales. En total podrían llegar a recibir sólo en acciones el equivalente al 0,24% del capital del Popular, que a la cotización actual ascendería a alrededor de 10 millones de euros.
En la parte que se generará en 2017, la imagen y saneamiento cobra una ponderación del 50%. La ágil venta de inmuebles pesa un 20%; así como la reducción de los activos improductivos, y habrá un incentivo claro a mejorar la imagen, las políticas de buen gobierno y la responsabilidad corporativa y medioambiental porque influirán con otro 10% entre los ingredientes que condicionan dicha remuneración.
Queda otro 50% sujeto a lograr los objetivos de margen de explotación antes de provisiones y el beneficio atribuido, es decir, a los factores tradicionales y que influyen al instante en el dividendo.
La visión es a más distancia. Al banco y a su castigada cotización le pesa sobremanera los 33.000 millones de euros en activos tóxicos, que devoran todo el beneficio en forma de provisiones, y se comen la rentabilidad del 16% que el Popular es capaz de sacar a la actividad bancaria pura gracias a su liderazgo en el atractivo y rentable nicho de negocio de pymes.
Proyecto Sunrise
Es clave el éxito del proyecto Sunrise con el que pretende desconsolidar 6.000 millones de euros en activos inmobiliarios de una tacada, pero los analistas reclaman un plan ambicioso y creíble adicional sobre cómo planea enajenar los 18.000 millones prometidos en apenas dos años, cuando en la cartera pesan mucho algunos de difícil salida.
Algún banco de inversión, como Citigroup, auguran que la claridad sobre esa hoja de ruta y la implementación de una estrategia de ventas aceleradas ayudará a recuperar confianza y, por derivada, revalorizar la enseña para alivio de los castigados accionistas. Las dificultades atravesadas por la entidad y que precipitaron el relevo de Ángel Ron en la presidencia, con un fuerte pulso en el consejo liderado por el grupo de inversores mexicanos capitaneado por Antonio del Valle y que ha dado un vuelco a los órganos de gobierno, tampoco han ayudado a la imagen del grupo. Un activo, por otro lado, imprescindible para el propio negocio financiero y que influye en la cotización.
Las métricas que condicionarán la parte de retribución variable ligada a objetivos plurianuales son más tradicionales: la rentabilidad del capital, coste del riesgo, eficiencia, liquidez y nivel absoluto de capital, según las ponderaciones que en su momento fije el consejo.
El detalle se ha desvelado dentro de la nueva política de remuneraciones para los consejeros publicada con motivo de la futura junta de accionistas, sin especificar, en todo caso, qué parte del bonus se generará en 2017 y qué parte según los parámetros trianuales.
La nueva estrategia se alinea con la guías emitidas por la autoridad bancaria europea (EBA, por sus siglas en inglés) en esta materia. Cumplirán así con la exigencia de pago mixto, en efectivo y entrega de acciones; abono diferido del 60% -entre 2019 y 2023- y la posibilidad de cancelarlo o reducirlo.
El consejo está autorizado a reducirlo si el cumplimiento de los objetivos no se alcanza o es parcial e, incluso, a recuperar lo abonado si la entidad tiene dificultades a futuro por su gestión -bonus malus-.