
Manrique Rodríguez, director general del Hotel InterContinental Madrid, es el vivo ejemplo de una vocación. A los dos años de haber empezado a estudiar arquitectura, decidió poner un océano de por medio para aprender cómo gestionar hoteles en Zúrich. Desde entonces, se ha dedicado a un mundo que le apasiona. Australia, América Latina, Estados Unidos y, desde hace cinco años, España conforman el particular periplo de este hotelero.
¿Cómo percibe el sector turístico en España?
En general, muy bien. Si uno observa las cifras de turismo, podrá comprobar que cada año ganamos en número de visitantes. Esto nos ha beneficiado mucho y espero que sepamos aprovechar la oportunidad, no sólo en lo relativo a los beneficios de tener un país como España, sino también la situación del norte de África, por ejemplo.
¿A qué se refiere?
Aprovechar la oportunidad quiere decir asumir que una gran mayoría del turismo que llega ahora es turismo prestado y tenemos que asegurarnos de que no se vaya. Debemos hacer ese esfuerzo. Además, hay que ser conscientes de que esta crisis tan horrible nos ha ayudado a apreciar lo que tenemos y a mejorar el cómo hacemos las cosas. Por ejemplo, hace 20 años los servicios de hotelería eran muy bruscos y básicos. La mejora de todo esto se ha producido, en parte, por la crisis económica, que nos ha ayudado a posicionarnos.
¿Y cómo se encuentra el sector hotelero?
En las áreas urbanas está muy bien. Hemos tenido un crecimiento enorme, aunque no estamos donde deberíamos estar. Lógicamente, al igual que a otros sectores, el Gobierno en funciones afectó a la hotelería corporativa y de negocios. Con respecto a Madrid, hemos estado mucho tiempo sin injerencia de compañías hoteleras internacionales. Su entrada es importante, porque genera competencia.
¿Qué otras vías de negocio tiene el sector?
Hay que reinventarse. Las facilidades en las comunicaciones nos obliga a ello. Hay que cambiar las ofertas para que los que vengan a una reunión por la mañana, en lugar de marcharse esa misma tarde, se queden en el hotel. Es decir, ofrecer los productos que pidan los clientes, salir un poco de la zona de confort e ir más allá de la hotelería tradicional. Hay que crear incentivos, por ejemplo, con las familias de nuestros clientes -corporativos en su mayoría- ofreciendo opciones familiares.
¿Cree que el mundo de la hostelería pasa por tener un entretenimiento familiar?
Yo creo que sí; tiene que incidir en este aspecto. Cada vez el viaje de negocios es menos común; en cambio, la hotelería de ocio va en aumento. Hay que hacer una mezcla entre un tipo y otro de hotelería para que el que se hospede por negocios amplíe su estancia con su familia o amigos.
Un hotel tiene que reinventarse constantemente...
Siempre. Un ejemplo es nuestro brunch de los domingos. Vienen 100, 200 personas... Está posicionado en la ciudad y ahora, además, hemos puesto clases de cocina con nuestros chefs dirigidas a los niños. De esa forma, como padres disfrutamos, los niños se lo pasan bien y se van encantados, porque un chef les enseña a hacer cosas completamente nuevas.
¿Cómo percibe el futuro de la hotelería?
Dentro de la que nosotros hacemos aquí, el futuro pasará por la tecnología. Sin embargo, lo que nunca va a variar en este sector es el trato personal. Por mucha tecnología que exista, este aspecto no va a desaparecer. Somos y seguiremos siendo una empresa de servicios con el único propósito de satisfacer al cliente.