
Mitsubishi, Tokyo Electric Power y Joban Joint Power construirán dos centrales de carbón de 540 MW cada una en la prefectura de Fukushima tras invertir 300.000 millones de yenes, unos 2.600 millones de euros al cambio actual.
Japón aún no tiene muy claro cuál será su matriz energética del futuro, porque el debate sobre la continuidad de las centrales nucleares sigue abierto, pero está seguro de que el carbón será una parte muy importante.
El peso del carbón se ha triplicado en el país del sol naciente en los últimos 25 años, pasando del 10% de la generación eléctrica en 1990 al 31% en 2014, con una producción de 280 TWh que quiere mantener al menos hasta el año 2030. De hecho, tiene 20.000 MW en planificación o en construcción.
El país cuenta con una excelente tecnología para este tipo de centrales y el precio del carbón está muy bajo; además, a diferencia de lo que ocurría una década atrás, se compra y se vende en un mercado global y líquido, en el que los costes de las infraestructuras logísticas son sensiblemente inferiores que los del Gas Natural Licuado.
No obstante, aunque el Gobierno quiere que las nuevas centrales expulsen el mínimo de CO2 y de contaminación -el año pasado tumbó cinco plantas-, la apuesta por el carbón no deja de ser un contrasentido en un país rico que está a la cabeza de un mundo que quiere descarbonizar la economía: la combustión del negro mineral emite el doble de CO2 que la de gas, el combustible fósil menos contaminante.
Operarán en 2020 y 2021
Las dos plantas térmicas de Fukushima se levantarán en las ciudades de Iwaki y Futaba, y deberían empezar a operar en 2020 y 2021, respectivamente. Durante la construcción generarán hasta 2.000 empleos simultáneos en las puntas de trabajo y se espera que aporten una riqueza a su entorno de unos 700 millones durante las próximas décadas.
Los promotores subrayan que emplearán una tecnología de ciclo combinado con gasificación de carbón, que permite un rendimiento energético del 48% y que reduce las emisiones de CO2 en un 15% sobre la más moderna de las centrales del negro mineral que operan en la actualidad.
La financiación de los proyectos, una de las más elevadas del país, la aporta un sindicato de cinco entidades: el Banco de Tokyo-Mitsubishi, el Banco de Desarrollo de Japón, el Banco MIzuho, la Corporación Sumitomo Mitsui y la Banco de Fukushima's The Toho.