
Compartir coche para realizar desplazamientos tiene ya un nombre propio en muchos lugares del mundo: hacer un blablacar. Y es que, en una década, esta compañía francesa ha logrado hacerse un importante hueco en el mercado de la mano de la economía colaborativa. España es su segunda plaza más importante, tal y como cuenta el director general de BlablaCar para España y Portugal, Jaime Rodríguez de Santiago-Concha, quien nos recibe en las oficinas de la compañía.
- Desde que nacieron, ¿cómo ha cambiado la economía colaborativa?
Las ideas que subyacen en la economía colaborativa no han cambiado tanto, lo que ha evolucionado son las plataformas y los modelos, por lo que hemos visto una transformación de las iniciativas.
- A pesar de la buena aceptación en España, éste es el único país en el que habían recibido una demanda...
Es muy difícil de entender. Se pueden comprender tensiones con modelos disruptivos, pero BlablaCar ha venido a cambiar la escala de algo que ya existía -compartir coche y gastos-. Además, estamos adaptados al marco regulatorio de Europa y Gobiernos como el francés o el alemán potencian nuestra actividad. Por eso, en España nos cuesta entender que la Confederación de Transporte en Autobús (Confebus) nos haya demandado, al sentirse atacados. El proceso sigue abierto y la primera medida que pedían -cierre cautelar- la rechazó el juez. Ahora confiamos en una sentencia favorable.
- ¿Qué le piden a nuestra regulación?
Que vaya en línea con las recomendaciones que ha hecho la Comisión Europea sobre economía colaborativa, que iban a diferenciar entre modelos en los que los usuarios tienen el ánimo de desarrollar una actividad profesional o semiprofesional, y aquellos en los que no -donde encaja BlablaCar-. Por otro lado, creo que se debería aclarar la ley en España, para que el coche compartido se adapte a los nuevos tiempos. Además, me gustaría ver en un futuro una evolución en cuanto a las políticas públicas. El coche compartido en España lo utilizan 2,5 millones de personas, por lo que deberíamos empezar a pensar en cómo favorecer esta actividad.
- ¿Cómo diferencian a los usuarios que se lucran de los que no?
Las aportaciones máximas que pueden pedir los conductores están limitadas. Además, tenemos un equipo que se dedica a la atención de usuarios, en el que hay gente especializada en comprobar los patrones de comportamiento y, si se detecta que alguien está tratando de obtener beneficio, se le expulsa e, incluso, no puede volver a entrar.
- ¿Cuáles son los principales motivos de uso del coche compartido?
El ahorro es importante, pero además permite una movilidad más flexible y directa, además de la experiencia social y el factor medioambiental.
- ¿Cómo gestionan la seguridad?
Hemos lanzado una serie de coberturas adicionales con AXA para reforzar el entorno de confianza, que incluyen asistencia en carretera, cobertura de daños para el conductor o para objetos perdidos, entre otras.
- ¿Qué próximos pasos darán?
No pensamos en nuevos modelos de negocio ni en variaciones. Seguimos centrados en la expansión internacional, sobre todo en países emergentes como India o Brasil y nuestro próximo foco se dirigirá hacia Latinoamérica y Asia.