ACCIONA
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Todavía no tiene una fama que le preceda, pero se la está labrando. José Manuel Entrecanales ha conseguido borrar, en apenas dos años, la impronta de su carismático padre, José María Entrecanales, todo un barón del ladrillo.
Pero al hijo siempre le ha gustado más el kilovatio, las nuevas tecnologías, la erótica del poder.
Desde que tomó las riendas de Acciona, en 2004, tuvo claro que iba a seguir su instinto y dejar su marca. El lunes dio el golpe de gracia. Con la compra del 10 por ciento de Endesa, dio el salto que tanto tiempo llevaba buscando. Y es que su interés por la primera eléctrica española no es nuevo. Desde hace años le rondaba por la cabeza entrar en la compañía. Quería ser un barón de la electricidad y, por ende, de la primera liga empresarial española.
La construcción, aunque muchos lo duden, exige demasiadas pleitesías. Cualquier político, alcalde o cuñado del concejal de turno puede complicarte un contrato. Cada recién llegado a Moncloa se cree con poder para pedir créditos a los verdaderos constructores del país, aquellos que representan el 17 por ciento de la riqueza nacional, pero que, sin embargo, están condicionados por su cliente: el Estado.
Ahora será distinto. José Manuel Entrecanales ha entrado en la liga de los grandes. Era lo único que le faltaba. Desde la cuna, forma parte de la nobleza empresarial española: su padre, un Entrecanales; su madre, una Domecq. Por relaciones, se ha codeado con la flor y nata de los negocios. Unos contactos que llevaron a Airtel a elegirle como presidente y permitieron a Acciona cerrar la mayor operación de su historia: vender la operadora a Vodafone, con unas plusvalías de 2.500 millones de euros.
Cómodo en el universo móvil, José Manuel Entrecanales sigue ejerciendo como perfecto anfitrión de la compañía, ahora británica, un estilo muy en línea con las aspiraciones de este empresario que despierta tantas pasiones como odios. Sus detractores (muchos, antiguos amigos de su padre) le tachan de insensato. Sus defensores dicen que es un visionario llamado a lo más alto.
El futuro dirá. Por el momento, el pasado recuerda que nació el primer día del año 1963, una fecha que los amantes del esoterismo podrían interpretar como una señal del destino: vino al mundo predestinado a ser el número uno. Él, al menos, siempre ha aspirado a ello.
Disfrutó dando lecciones al resto de constructoras con las licencias de telefonía móvil y, desde que tomó las riendas de Acciona, sueña con convertirla en la primera compañía en sostenibilidad. "¿En qué?", dijeron muchos cuando presentó su nuevo ADN. "Líder en sostenibilidad", repitió hace menos de un año, iluminado por el foco de luz que rompía la oscuridad de la sala donde anunció su nueva estrategia. Una puesta en escena al más puro estilo hollywoodiense.
Entonces, ya lo advirtió: Acciona no es una constructora. Su futuro es la energía, sobre todo, aquella menos dañina con el medio ambiente. Quien no le creyó, ahora se arrepiente. Habrá que recordarlo, no sea que repita la misma jugada con Endesa.