La estadounidense Pfizer -famosa por sacar al mercado en 1998 el fármaco Viagra- ocupa desde hace años el número uno del ranking mundial de facturación entre las multinacionales farmacéuticas. El laboratorio, aunque redujo un 2 por ciento sus ventas durante 2015, fue capaz de facturar hasta 48.851 millones de dólares el pasado año y tener un beneficio neto de 7.745 millones de dólares. Sin haber lanzado al mercado grandes medicamentos superventas en los últimos años, la farmacéutica estadounidense ha conseguido mantener el tipo en este tiempo gracias a una decidida apuesta empresarial: crecer a base de adquisiciones. La última ha sido la compra de la biotecnológica Medivation por 12.400 millones de euros, una compañía por la que pujaban las grandes del sector como Sanofi, Roche, MSD, Celgene o Gilead.
La compañía inició esta estrategia en 2002, con la compra de su rival Pharmacia por 60.000 millones de dólares. Tan sólo siete años después, elevó esta cantidad, hasta los 68.000 millones, para hacerse con una de las farmacéuticas más históricas, la también estadounidense Wyeth. Siguiendo este mismo timing, a mediados de 2014, la multinacional estadounidense buscó la que hubiera sido la mayor operación en la historia del sector farmacéutico: la absorción de la británica AstraZeneca, por la que estaba dispuesta a desembolsar hasta 100.000 millones de dólares. Aquella operación tuvo que ser frenada in extremis por el propio Gobierno del Reino Unido. Pero Pfizer sigue pensando que la mejor fórmula para mantener el liderato sigue siendo salir al mercado.
Este mismo año anunció un acuerdo para fusionarse con la irlandesa Allergan -dueña del bótox- en una operación de 160.000 millones de dólares para crear el mayor grupo de salud del mundo, superando al gigante del consumo Johnson & Johnson. Las nuevas medidas del Tesoro americano para evitar el desvío de impuestos hicieron fracasar la operación. Y es que la compra de Allergan no sólo iba a distanciar a la nueva Pfizer como la mayor farmacéutica del mundo, con una capitalización bursátil de aproximadamente 300.000 millones de dólares, sino que buscaba premiar a sus accionistas con menos impuestos.
La estadounidense podía haber ahorrado más de 19.000 millones al año sólo en impuestos con esta operación. La intención de la multinacional estadounidense era trasladar su sede fiscal a Dublín, por lo que la operación se realizará a través de una fusión inversa. Pfizer mantenía el domicilio legal irlandés de Allergan, mientras que conservaba su sede en Nueva York, beneficiándose de una tasa impositiva efectiva del 17-18 por ciento en vez de un 25 por ciento actual.
Oleada de compras desde 2014
Y es que las multinacionales farmacéuticas han iniciado el año 2016 con la misma vorágine de operaciones de compra con la que acabaron el pasado año y que se inició en 2014. Este año ya se contabilizan operaciones por valor de 160.000 millones de euros (ver gráfico), entre la que destaca la compra de la estadounidense Baxalta por parte de la irlandesa Shire, por una cifra de 29.300 millones de euros. Las grandes farmacéuticas mundiales comenzaron en 2014 un frenético baile de operaciones de fusión e integración. Las grandes compañías han conseguido librarse ya de la elevada deuda que asumieron por las adquisiciones realizadas a principios de siglo y ahora tienen liquidez suficiente para volver a agitar el mercado de fusiones. Además, la presión de los sistemas sanitarios en EEUU y Europa por rebajar la factura farmacéutica sigue obligando a la industria a fusionarse para rebajar sus elevados costes de investigación.