
Cuando Altim, empresa de consultoría tecnológica, se fundó en 2001, el sistema SAP -herramienta de gestión empresarial, fabricada por la entidad del mismo nombre- era aún muy desconocido. Sin embargo, la apuesta desde sus inicios por esta tecnología les permitió ofrecer a sus clientes un amplio abanico de soluciones. Los años de crisis no fueron sencillos, pero las expectativas de crecimiento remontaron a partir de 2011 y esperan cerrar el ejercicio actual con una facturación de 8,2 millones de euros.
Altim acaba de cumplir 15 años, ¿qué balance hace de este tiempo?
Comenzamos en abril de 2001 y a finales de año ya éramos unas 30 personas. En poco tiempo, ganamos cuatro o cinco proyectos, y fuimos cogiendo fuerza, siempre muy alineados con SAP y buscando una diferenciación. No hemos competido nunca por el precio, sino por verticalización, es decir, es fundamental hacer saber a las compañías que podemos poner a su disposición nuestra experiencia para que se beneficien. Ahora, nos encontramos reinventándonos absolutamente. Aún queda mucho por hacer en lo relativo a la transformación digital. A las compañías le da miedo este tema, pero deben saber que requiere prueba y error, por lo que cuanto antes empiecen a probar antes van a poder beneficiarse de ello.
¿Cómo llevan a cabo los proyectos que solicitan sus clientes?
El primer paso es conocer al cliente -dónde tiene sus problemas y en qué le podemos ayudar-. Una vez finalizado este proceso, ofrecemos soluciones adaptadas a sus necesidades, tales como RP, CR, inbound marketing, Big Data... A partir de entonces, nos ponemos en marcha y trabajamos mano a mano con ellos. No se trata sólo de planes tecnológicos, sino proyectos de negocio, por lo que necesitamos la implicación de todos los miembros. Intentamos facilitarles el trabajo y les acompañamos en su viaje, ya sea crecer, diversificarse, internacionalizarse, etc. De hecho, durante la crisis hemos vivido unos años en los que uno de los pilares dónde se ha sostenido el crecimiento de las empresas ha sido precisamente la internacionalización.
¿Se puede definir a España como un país puntero en el ámbito de la digitalización?
Creo que las compañías todavía no se han dado cuenta del impacto que tiene lo que estamos viviendo: está cambiando la forma de comprar, de entretener, de informarnos... Algunos directivos sí que han sido visionarios, pero todavía hay una inmensa mayoría que no perciben el impacto de este proceso.
¿Por qué sucede esto?
Yo creo que puede deberse a varios aspectos. Hay mucho de la cultura de invertir en tecnología. A nivel estatal, no hay políticas industriales bien definidas y la inversión en i+D se ha reducido y no hay indicios de que vaya a cambiar. Otro aspecto es dejar que los demás prueben antes que tú. Al final, las empresas que hayan abordado este proceso no se van a reconocer a sí mismas, mientras que las que se resistan van a tener serios problemas.
¿Qué nos va a deparar la transformación digital?
Se están produciendo muchos cambios como la impresión en 3D, la impresión de órganos, etc. Hay un montón de tecnologías que están floreciendo, el avance es espectacular. Además, otro aspecto destacado es que la transformación digital debería tener un impacto directo en la educación. Hay que formar a los niños y a los jóvenes en las universidades para dotarles de capacitación para vivir el cambio.
¿Cuáles son los propósitos de futuro de Altim?
Nuestro objetivo fundamental es la sostenibilidad a largo plazo. Yo creo que aportamos valor a las compañías y podemos hacerlas crecer, tanto a ellas como al país. Y esto es fantástico.