
En las grandes ciudades es habitual encontrarse con decenas de establecimientos de una misma marca, desde hamburgueserías a tiendas de ropa, pasando por entidades bancarias. En las pequeñas capitales de provincia, sin embargo, a veces es un único local el que marca la diferencia entre poder acceder a un producto concreto, o tener que recorrer muchos kilómetros para encontrarlo.
Ese es el caso de Palencia, para quien su relativa cercanía con la mucho mayor ciudad de Valladolid (menos de 50 km por carretera) es a veces fuente de ventajas, como una oferta relativamente mayor de puestos de trabajo, pero también de problemas. Porque la oferta comercial de la capital de Castilla y León funciona en ocasiones como una especie de aspirador que succiona los negocios de las pequeñas localidades cercanas.
Lo que ha estado a punto de pasar en Palencia es una manifestación de esta peculiar forma de relacionarse entre dos ciudades cercanas, y aunque pueda provocar una sonrisa en los habitantes de las grandes urbes, en Palencia se tomaron muy en serio que Inditex fuese a cerrar su único local en la ciudad, abierto además a comienzos de los años 80.
No se trataba sólo, claro, de perder un servicio comercial en una ciudad en la que no abundan, sino también de proteger hasta 21 puestos de trabajo localizados además en el mismo centro de la localidad.
Pero, como hemos dicho, las ciudades pequeñas también tienen sus armas. La movilización de los propios trabajadores de la tienda (recogieron 7.000 apoyos, cerca del 10% del censo) consiguió armar el suficiente revuelo como para que el alcalde de la ciudad, Alfonso Polanco, tomase cartas en el asunto.
Bastó descolgar el teléfono para conocer las razones por las que Inditex quería terminar con su tienda palentina: el dueño del local se había emperrado en pedir un precio excesivo por el alquiler en la renovación del contrato, prevista para finales del próximo mes de julio.
Polanco seguramente no tuvo que andar mucho por los soportales de la Calle Mayor para encontrar al propietario, que de todas formas es un conocido empresario local. Y con el regidor convertido en árbitro, el acuerdo no tardó en llegar.
Fin de la historia. Los palentinos podrán seguir comprando en su ciudad y evitar bajar a Valladolid. Al menos para hacerse con la ropa de la empresa española más internacional.