
En cualquier otro sector estaríamos hablando directamente de "debacle", "fracaso" o "derrota": un potentado empresario, titular de un hólding milmillonario, que se ve obligado a sacar 2.860 millones de dólares de la caja de una de sus empresas... para rescatar a otra de sus empresas. Pero en el universo de Elon Musk, todo es parte de un plan. Aunque no sepamos cuál.
Debe ser que los caminos del visionario son inescrutables, pero lo cierto es que nadie entiende muy bien la última maniobra del fundador de empresas tecnológicas al salvar a SolarCity, una fabricante de paneles solares que ha perdido buena parte de su valor en bolsa en los últimos meses, utilizando para ello Tesla Motors.
Si echamos cuentas del saldo de la operación, Musk ha salvado el 23% que posee en la compañía que dirigen dos de sus primos hermanos, valorado en 140 millones de dólares. Pero para hacerlo, ha utilizado a la fabricante de coches eléctricos, de la que es el máximo accionista y cuyo valor en bolsa caía tras el cierre del mercado cerca de un 11%. Si ese batacazo se confirma en la apertura de la sesión del miércoles, Musk se habría dejado 715 millones en Tesla.
Las cuentas nos dicen, pues, que el multiemprendedor (también ha fundado la galáctica Space X e inventó el Hyperloop) se ha dejado 575 millones de dólares en la jugada. Y a nadie, ni siquiera a los visionarios, les gusta perder.
Sólo hay dos hipótesis plausibles para explicar este movimiento. La primera es que Musk ha atendido la llamada de la familia y ha salvado a quitado a sus primos la patata caliente de SolarCity, que en lo que va de año se dejaban el 58%. Los analistas explican la caída de esta empresa no sólo en términos del final de una burbuja especulativa, sino sobre todo en clave de negocio: en lugar de limitarse a alquilar a las familias los paneles solares que fabrica, la fotovoltaica se lanzó a ofrecerles préstamos para que los compraran. Y Wall Street sentenció: es demasiado complicado que salga bien.
La segunda hipótesis es que, en realidad, Musk lo tiene todo controlado. Quienes defienden al visionario aseguran que tiene todo el sentido del mundo intentar consolidar dentro de su imperio de energías renovables a una compañía que la produce, especialmente cuando su precio está en mínimos desde 2013: incluso con una prima de hasta el 30%, que es lo que ofrece tesla Motors, su valoración sería de apenas 2.900 millones de dólares.
No es demasiado precio, si pensamos en esta segunda posibilidad, por hacerse con una de las mayores fabricantes de paneles para instalar en edificios. Así que Musk estaría en realidad acelerando algo que ya había pensado desde el principio: crear una oferta integrada de paneles que producen electricidad, baterías domésticas que la almacenan, y coches eléctricos que la consumen.
Una tercera posibilidad sería que Musk está en realidad haciendo las dos cosas a la vez: dominar el mundo de la electricidad, y salvarle la cara a sus primos.