
Bruselas quiere que nadie tenga ya ninguna duda de que el tabaco mata, aunque eso suponga reducir al mínimo el peso de las marcas en las cajetillas. La Comisión Europea aprobó hace dos años una directiva en este sentido para que las advertencias sanitarias que ya incluyen los paquetes cigarrillos lo dejen aún mucho más claro, restringiendo aún más el espacio para las marcas.
Así, una vez transcurridos dos años para su adaptación a las normativas nacionales, desde el próximo viernes 20 de mayo los estados miembros de la UE están obligados a introducir los nuevos mensajes ocupando mucho más espacio. En el frontal se pasa del 30 por ciento reservado para la advertencia hasta el 65 por ciento y en la parte trasera del 45 al 65 por ciento.
En España, el Gobierno no ha llevado a cabo la transposición de la directiva en el plazo de dos años previsto -en verano se elaboró tan sólo un borrador- y lo peor es que ahora no hay capacidad de maniobra. A la espera de las nuevas elecciones, al estar en funciones el Ejecutivo no tiene capacidad para modificar la ley actual. Aún así, la directiva es de obligada cumplimiento y la industria tiene un año de plazo para ir retirando las cajetillas de cigarrillos que incluyen las advertencias actuales para ir sustituyéndolas por las nuevas.
El problema estará en los puros, cigarritos y tabaco de pipa. La directiva deja la puerta abierta a mantener unas advertencias similares a las que hay ahora o introducir otras iguales a la de los cigarrillos. Pero hasta que la ley no cambie, las empresas se enfrentan a una situación de inseguridad jurídica.
Pero la polémica va más allá. Cuatro países europeos han decidido ir incluso mucho más allá y eliminar prácticamente el nombre de las enseñas, estableciendo las denominadas cajetillas genéricas, que ya ha implantado Australia. Se trata de Reino Unido, Francia, Irlanda y Hungría, que durante los próximos meses superarán la directiva europea y romperán la armonización de las cajetillas en todo el territorio de la Unión que busca Bruselas.
Es una decisión, a la que se han opuesto diez estados -entre ellos España-, y que ha provocado ya una fuerte malestar en la industria tabaquera. ?La marca es un valor fundamental para cualquier sector. Si se minimiza o se pierde su valor, una primera consecuencia es que el precio se convierte en el principal elemento de la decisión de compra del consumidor, que probablemente se decante por las marcas más baratas?, asegura Juan Páramo, portavoz de la Mesa del Tabaco, que reúne a empresas, estanqueros y cultivadores, y director general de la Asociación Empresarial del Tabaco (Adelta), organización que defiende los intereses de la industria. Páramo explica con datos que el modelo australiano no ha conseguido, de hecho, sus objetivos. Los estudios realizados por el propio Gobierno del país oceánico, que miden el consumo de tabaco, muestran que la aplicación del empaquetado genérico no ha acelerado el ritmo de disminución del consumo en los últimos 22 años. En cambio, la tasa de penetración entre los menores (entre 12 y 17 años) se ha incrementado entre 2010 y 2013 al pasar del 2,5 al 3,4 por ciento.
Según Páramo, esto es debido a que se ha producido un incremento del tabaco de contrabando debido al aumento de precios generado por una mayor presión fiscal. En Australia el tráfico ilegal se sitúa actualmente en el 14 por ciento del mercado y no para de aumentar. Frente a la decisión adoptada ahora por Francia, Reino Unido, Irlanda y Hungría y a la espera de su implantación definitiva, 160 asociaciones empresariales de 59 países han ratificado un manifiesto en contra del empaquetado genérico y la ley australiana ha sido impugnada por cuatro países productores -República Dominicana, Cuba, Honduras e Indonesia- ante la Organización Mundial del Comercio.