
Al gobierno de la dictadura capitalista de China le empieza a dar miedo la acumulación de deuda: "Un árbol no puede crecer hasta el cielo, y el alto apalancamiento al final traerá grandes riesgos". La frase, pulicada esta semana en el People's Daily, podría ser de cualquier analista del mercado asiático, pero su relevancia emana de la fuente: una autoridad del propio ejecutivo.
"Cualquier error comportará riesgos financieros sistémicos, un crecimiento económico negativo e incluso la evaporación de los ahorros de las familias. Eso es mortal", añade la enigmática pero acreditada y autorizada fuente oficialista.
Pese a que el crédito sin límites ha sido una de las características de la economía china desde hace años, el nivel de la deuda está llegando a niveles críticos. Desde que China abriese el grifo en 2008 para intentar paliar los efectos de la crisis financiera global, el endeudamiento total de la economía china ha pasado a ser el 247% del PIB (frente al 164% de partida).
Por segmentos, el panorama es sin embargo heterogéneo. La deuda de las familias y la del sector público están todavía en niveles completamente asumibles del 41% y el 22% del PIB respectivamente. En las empresas el panorama es bien distinto: las corporaciones tienen vivos préstamos por valor del 165%, un nivel muy superior al que es habitual en la mayoría de los países en desarrollo.
El problema es que, en medio de una fuerte desaceleración por la caída de las exportaciones, el Gobierno está empeñado en que la economía crezca un 6,5%, y para eso hace falta que las empresas sigan creciendo. Eso, a su vez, precisa de un flujo de crédito alimentado como es habitual por el Gobierno.
Solvencia en duda
Pero el sector privado -especialmente los del acero, el carbon, el cementaro y el inmobiliario- está plagado de agujeros en cuanto a solvencia. S&P Global y Fitch Ratings dan por hecho que el número de quiebras subirá este año y el número de créditos dudosos podría estar ya en torno al 19% (la cifra oficial es un increíble 1,67%) y llegar al 25%, según advierte Francis Cheung, estratega en CLSA.
Otro de los problemas del endeudamiento privado es la técnica conocida como "almacenaje". Mediante ella, los bancos sanean su deuda artificialmente transmitiéndosela de forma temporal a alguna de las 22 compañías de gestión de activos creadas específicamente para digerir el crédito a punto de ser fallido. Gracias a ellas, los bancos pueden sanear el balance a corto plazo y, lo que es más importante, reducir el capital que tienen que inmovilizar como colateral de esos activos deteriorados.
El Gobierno ha intentado en anteriores ocasiones acabar con el almacenaje, pero "las instituciones financieras siempre han encontrado la forma de esquivar las regulaciones", como explica Cheng Long, economista de Gavekal Dragonomics.
Para poner orden en este desaguisado, China pretende racionalizar la situación y forzar a los bancos titulares de deuda corporativa toxica a convertirla en capital de los clientes en apuros, comenzando con un swap de un billón de yuanes, unos 135.000 millones de euros.
El riesgo es el largo plazo
Pero Chen predice que la deuda corporativa seguirá aumentando, puesto que el Gobierno no puede permitirse que el desempleo crezca antes del crucial congreso del partido único previsto para 2017, y que ganará 10 puntos porcentuales sobre el PIB entre tanto.
Frente a esta situación, China cuenta con múltiples fortalezas como un bajo nivel de endeudamiento externo (lo que le da independencia), un fuerte control del movimiento de capitales, y domina directamente la banca pública, lo que hace que sus ciudadanos sigan confiando en el sistema y manteniendo su efectivo en las entidades.
El riesgo de China no es pues bancario, sino uno mucho menos virulento pero más preocupante a largo plazo: que el multiplicador se de la vuelta y caiga en una espiral de endeudamiento y bajo crecimiento. Chen resume la situación así: "Puedes no desapalancarte nunca, pero entonces a largo plazo te vas a encontrar atascado en un entorno de bajo crecimiento. Al final, terminarás con un montón de compañías que lastran y retrasan al resto de la economía".