Empresas y finanzas

Isolux soltará el lastre financiero de la deuda para regresar a sus orígenes

Tras vender sus autopistas, se deshará de T-Solar y las redes de Brasil para centrarse en construcciónEl grupo paga por su endeudamiento un 31% más que lo que genera por su actividad ordinaria

El futuro de Isolux Corsán pasa por convertirse en una empresa de un tamaño mucho más limitado que el actual y en la que el mando ya no estará asumido por su primer accionista, Luis Delso, sino por las entidades financieras acreedoras y los bonistas. Es la última de las grandes compañías españolas en las que los bancos y fondos de inversión tomarán el control, por la incapacidad para generar caja suficiente para hacer frente al coste de la deuda. Recientes son los casos de Abengoa, Pescanova o Codere.

Ése es el principal caballo de batalla de la constructora, la séptima de España por tamaño, tras ACS, Ferrovial, OHL, Acciona, Sacyr y FCC: el resultado bruto de explotación (ebitda) ya es inferior a lo que paga por los intereses de su deuda. Así ocurría al cierre del tercer trimestre de 2015 -últimos datos disponibles-, cuando el resultado de explotación se hundió un 38,4 por ciento, hasta 114,7 millones. Este importe es un 31 por ciento inferior al resultado financiero, que ascendió a 150,1 millones.

Esto se desencadenó a lo largo del año pasado. Con anterioridad, aunque estrecho, el margen aún era positivo. No en vano, al cierre de 2014 el coste de la deuda alcanzaba los 205 millones, mientras que el resultado bruto de explotación se situaba en 251 millones.

Pero, desde 2014, año en el que ya registró pérdidas de 41 millones -justificadas por la empresa por el cambio del método de consolidación-, Isolux ha visto cómo su abultada deuda, de 1.653 millones hasta septiembre y que según las fuentes consultadas ya asciende a 1.800 millones, se ha convertido en una bola imposible de digerir, que las entidades acreedoras -y el mercado de capitales- venían barruntando. Prueba de ello es que Caixabank, segundo accionista de Isolux y uno de los principales acreedores, ha provisionado en los últimos meses su participación.

El alto coste de la deuda lo ha combinado con serias dificultades para convertir el resultado de explotación en caja, un problema extendido entre las constructoras, empeñadas en la actualidad en resolverlo -apostando por proyectos seguros por rentabilidad-. Esta ca- rencia de liquidez ha precipitado igualmente el incumplimiento de contratos en no pocos países (especialmente en Latinoamérica) que han dañado su cartera de negocio, que supera los 7.000 millones, y su reputación. De hecho, en los nueve primeros meses de 2015 el beneficio del negocio de construcción e ingeniería se desplomó un 37,1 por ciento, hasta 101,2 millones.

Una caída que compensaba con la actividad de concesiones, que generó un resultado de 96,1 millones, frente a los 13,8 millones de un año antes. Esta división, sin embargo, ya no formará parte de la nueva Isolux -o al menos no como hasta ahora-, porque precisamente esta semana culminó la segregación de sus activos concesionales (nueva autopistas en India, Brasil, México, Estados Unidos y España y una red transmisión en Texas) en favor de su exsocio, el fondo de pensiones canadiense PSP.

Deuda sostenible

A cambio, Isolux ingresará una cantidad que se estima en 130 millones y se queda con la filial de plantas fotovoltaicas T-Solar y las redes de transmisión de Brasil. Ambos activos, sin embargo, tienen el cartel de se vende desde el pasado verano. Por ellos preveía conseguir 700 millones, pero hasta la fecha las ofertas recibidas apuntan a una cantidad bastante alejada. Tras concluir la operación con PSP, el objetivo de la compañía es cerrar sendas operaciones en los próximos meses.

Cuando esto ocurra, Isolux se habrá desprendido de su negocio de concesiones, de su filial solar y de sus líneas de transmisión en Brasil. Además, busca comprador para la sociedad de ingeniería Tecna y algunos acreedores le instaron a finales del año pasado, igualmente, a vender su negocio de aparcamientos. Por tanto, la nueva Isolux limitaría su actividad a estas dos últimas divisiones -si terminara por no deshacerse de ellas- y, sobre todo, a la construcción (EPC). Un retorno a sus orígenes, como el que la banca y los bonistas quieren implementar en Abengoa, cuyo plan de negocio pasa por focalizarse en el área de ingeniería, limitando la actividad en energía solar.

En este escenario, los bancos acreedores y los bonistas se harán con el control de la compañía. Los primeros se han comprometido a inyectar 200 millones, de los que 100 millones serán asumidos por Caixabank. La deuda senior en manos de las entidades financieras se elevará así al entorno de los 1.150 millones, mientras que los tenedores de bonos, entre los que destacan, como adelantó este diario, BlueBay Asset Management, Henderson Global Investors, Hayfin Capital Managementt e ING Investment Management, ostentan 850 millones.

Tras las quitas correspondientes, el objetivo es situar la deuda en el entorno de los 800 millones, un nivel en el que consideran que la nueva Isolux será viable. Una compañía en la que ya no estará Delso al frente, sino el exdirectivo de Repsol Nemesio Fernández-Cuesta, quien ya supervisa la reestructuración.

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