Ha sido el eterno perseguido. La vida de Mario Conde se quedó atrapada en 1993. Su nombre siempre va ligado a la desaparición del dinero de Banesto y su imagen, a la oportunidad truncada de lo que pudo ser. El Gran Gatsby español tuvo un antes y un después de ese año.
Estudiante de Derecho de la Universidad de Deusto, Conde nació y vivió para subirse al podio. Fue la mejor nota de la historia en las oposiciones a abagodo del Estado, el estudiante que todos querían ser, según dijo el entonces rector de la Universidad Complutense, Gustavo Villapalos, cuando en 1993 le nombró Doctor Honoris Causa, y presidente de una entidad bancaria con 39 años.
Pero acumula más medallas. Años antes de iniciarse en el mundo financiero, el empresario se incorporó en 1997 como director general al Laboratorio Farmacéutico Abelló, dirigido por el hijo del fundador de la compañía y quien se convertiría en su mejor compañero de viaje, Juan Abelló Gallo.
Entre ambos compraron en 1984 el 23 por ciento de Antibióticos SA, para venderla tan sólo tres años después por 58.000 millones de pesetas (348,5 millones de euros). La operación volvió a subir a Conde al podio del ganador: fue la operación más importante que se había hecho en España hasta el momento. Con el dinero de la venta, Abelló y Conde tomaron parte del capital de Banesto y fueron nombrados vicepresidentes. Poco después, y tras la opa realizada por el entonces Banco de Bilbao -también la primera de España-, el empresario convenció al consejo de administración de Banesto para que rechazaran la oferta, sirviéndole para que en 1987 le nombraran presidente de la entidad. Mario Conde, nacido en 1948 en Tuy, un pequeño municipio de Pontevedera e hijo de un inspector de aduanas, había llegado a la cima del éxito. A partir de ahí, sólo cayó. Y lo hizo en picado.
La desaparición del dinero
El Banco de España, entonces gobernado por Luis Ángel Rojo, intervino Banesto ante la evidencia de un agujero de 600.000 millones de pesetas (3.600 millones de euros) y destituyó a todo el consejo de administración. De nuevo, otra medalla para el empresa; fue el mayor escándalo financiero de la década de los 90. De banquero, al banquillo, Conde fue condenado inicialmente por la Audiencia Nacional en el caso Banesto en marzo de 2001 a 14 años de cárcel por apropiación indebida y estafa, y a devolver 2.700 millones de pesetas (16,2 millones de euros).
La defensa recurrió la sentencia, y Conde se libró de la carcel tras pagar una millonaria fianza. La libertad le duró un año. El Tribunal Supremo falló en 2002 contra el expresidente de Banesto y subió la condena a 20 años de prisión y una multa entre varios miembros de la entidad por valor de 7.200 millones de euros (43,27 millones).
El empresario se declaró parcialmente insolvente y entró en la prisión de Meco. Sin embargo, salió de ella seis años después. Antes del sonado caso Banesto vino el caso Argentia Trust, que levantó las conspiraciones sobre las cloacas del Estado. Mario Conde fue condenado en 1997 a seis años de cárcel por falsedad mercantil y apropiación indebida de 600 millones de pesetas (3,6 millones de euros). El dinero salió de Banesto hacia una cuenta suiza de la sociedad Argentia Trust bajo la excusa de que ésta había sido contratada para aconsejar a la entidad para la salida a bolsa de una firma de Banesto.
Conde, sin embargo, implicó durante el juicio a varios miembros del PSOE, asegurando que la cuantía sirvió para crear "un clima político favorable" para la entidad. El entonces número tres del partido, José María Benegas, negó ante el magistrado Miguel Moreiras que los socialistas cobraran dinero de Trust.
Lo que parecía el final de Conde sólo fue el episodio de inicio que le marcó el resto del camino.