
La introducción de un peaje por kilometraje a todos los camiones que circulen por las carreteras belgas ha desatado esta semana las protestas de los transportistas, que consideran que ya pagan bastante a través de los impuestos. Pero no es así. Un informe publicado esta semana demuestra que el transporte por carretera en la Unión Europea apenas cubre el 30% de los costes que provoca.
Eso significa que, antes o después, los contribuyentes en su conjunto hacen frente al 70% restante: una factura de 100.000 millones de euros (o 197 euros por habitante y año). Esa es la conclusión de un informe encargado por Transport & Environment, la misma organización internacional que desde 2012 venía alertando del fraude masivo en la medición de emisiones contaminantes de vehículos, como el destapado en septiembre de 2015.
Con el título "¿Están los camiones pagando su parte?" el informe revela que el transporte rodado le cuesta a las economías europeas 143.000 millones al año. La mayor parte de ese coste corresponde a la propia carretera, con una factura de 57.000 millones de euros al año. Le siguen los costes externos por congestión (35.000 millones), contribución directa al cambio climático (17.000 millones), polución del aire (15.000) y accidentes (14.000 millones).
Los impuestos no bastan
Si se mira al lado de los ingresos, es fácil vislumbrar que las empresas de transporte por carretera están pagando sólo una pequeña parte del coste que ocasionan a la sociedad. Los tributos sobre el combustible -citados a menudo por el sector como justificación de que ya se contribuye a la sociedad, pese a que a menudo están subvencionados- devuelven a las arcas públicas apenas 27.000 millones de euros: menos del 19%.
¿Y los peajes? Las cantidades que se cobran por el uso de la infraestructura (y eso teniendo en cuenta que Austria y Alemania ya tienen en funcionamiento sistemas como el que acaba de implantar Bélgica) cubren sólo 13.000 millones de euros (el 9%). Aún más: si se compara esa cifra con los costes de la infraestructura (los 57.000 millones citados) parece demostrarse que de cada euro de gasto que provocan en la carretera, los camiones apenas cubren 22 céntimos.
Así que al sector de la carretera le quedan sólo los impuestos a los vehículos para justificar que devuelven a la sociedad lo que a la sociedad le cuestan, pero lo cierto es que esos tributos ascienden a unos 3.000 millones de euros anuales (no cubren ni el 3% de la factura total).
Eso deja sobre los hombros de los contribuyentes en su conjunto una gigantesca cantidad de 100.000 millones de euros que se financia inevitablemente con impuestos.
La mejor ruta: la de Bélgica, Alemania o Austria
Pero la peor consecuencia de que la abrumadora mayoría de los costes externos no estén siendo cubiertos por el mismo medio de transporte que los causa es, según los autores del estudio, que se está distorsionando la libre competencia.
"Mientras que la ratio de cobertura (de costes) es típicamente muy baja en el transporte por carretera, en otros modos como el ferrocarril o las vías de agua interior es normalmente mayor", explica el estudio, que añade que "eso provoca una situación en la que los medios de transporte que menos contaminan están sometidos a una desventaja competitiva".
Comentando el caso específico de Bélgica, desde Transport & Environment señalan que ese es precisamente el camino a seguir: un sistema en el que se cobra por la distancia recorrida que además, con unos 13 céntimos de euro por kilómetro, es similar a lo que ya pagan los camiones en Alemania, pero que está muy lejos de los 36 céntimos por kilómetro de Austria. T&E alaba además que el sistema belga de peaje generalizado haya tenido en cuenta que en el área metropolitana de Bruselas debe ser más caro circular, puesto que la congestión y la mala calidad del aire son notas habituales.
Sammuel Kenny, de T&E, sugiere a la Comisión que no desaproveche la posibilidad que se le presenta este mismo año, con la revisión legislativa del peaje generalizado conocido (en una mala traducción) como 'Euroviñeta'. "La Comisión tiene una oportunidad única de reducir aún más las emisiones de CO2, permitiendo que los peajes beneficien a los camiones que menos consumen o a los que menos carbono inyectan en la atmósfera", explica.
Transport & Environment también recuerda que el nuevo peaje belga ha puesto en una situación comprometida a Países Bajos, que es ahora "una isla sin peajes" en el centro de Europa, limitando por dos partes al mar, y por las otras dos con Alemania y Bélgica.