Empresas y finanzas

La fusión de las aerolíneas europeas pide pista para evitar la 'turbulencia petrolera'

El sector de las aerolíneas sigue su rumbo. A pesar de los trágicos acontecimientos que recientemente han inundado las páginas de los periódicos, la aviación sigue trazando nuevas rutas para sortear la fuerte zona de turbulencias por la que atraviesa debido al fuerte alza de los precios del petróleo.

Los primeros en dar el paso fueron, hace unas semanas, British Airways e Iberia (IBLA.MC)que anunciaron a bombo y platillo su boda. Tras ese anuncio, los cielos europeos no volverán a ser los mismos, porque si algo ha quedado claro es que se ha abierto la caja de Pandora de las compras y fusiones. Una gran batalla aérea que tiene dos campos bien definidos: los depredadores y las presas. Del primer gupo forman parte tres compañías: British Airways, (BAY.LO) Air France-KLM (AF.PA) y Lufthansa (LHA.XE). Del segundo, el resto de las aerolíneas del Viejo Continente.

Tras el anuncio hispano-británico en el centro de atención están las otras tres compañías medianas -que cuentan, aproximadamente, con las mismas dimensiones de Iberia-, como Alitalia, SAS y Ausrtian Airlines, esta última más pequeña pero importante desde el punto de vista estratégico. Cada una de estas empresas tiene que hacer frente a una situación muy diferente de las de las otras dos, sin embargo, su denominador común es que de aquí a cinco años es muy probable que acaben en manos de uno de los tres gigantes.

El principal objetivo de los depredadores es hacerse con al menos dos bases de operaciones (o hub) en el Viejo Continente, cada una. British e Iberia se apoyarán en Londres y Madrid, Air France-KLM tiene, de momento, París y Ámsterdam, mientras que Lufthansa cuenta con Fráncfort y Zurich.

Sin embargo, las otras tres compañías podrían aportar un gran valor añadido a estos grandes grupos, tanto en términos de derechos de vuelo (o slots), aportando nuevas rutas, como de hubs, ofreciendo nuevas bases desde las que operar.

Alitalia, el 'Ave Fénix'

Una flota moderna compuesta por 158 aviones, 28 millones de pasajeros anuales, nuevos socios y... al menos 5.000 trabajadores menos. Tras meses de incertidumbre en los que han circulado más rumores que noticias reales, se han podido conocer las medidas que el Gobierno de Roma, accionista mayoritario Alitalia, piensa tomar para privatizar y salvar de la quiebra a la aerolínea de bandera transalpina.

Roma encomendó a Intesa Sanpaolo, el segundo banco italiano, la elaboración de un plan industrial que permita a la maltrecha compañía volar con sus propias alas y no gracias a las continuas inyecciones de dinero público, contrarias, además, a la normativa europea.

El primer paso, que se está dando en estos días, es la venta de los activos sanos de la compañía a un grupo de inversores italianos, que desembolsarán, al menos, 1.000 millones de euros.

Entre ellos destacan la familia Benetton, a través de la concesionaria de autopistas Atlantia, Salvatore Ligresti, propietario del coloso de los seguros FondiariaSai y de un extenso imperio inmobiliario y Roberto Colaninno, cercano al centroizquierda de Prodi, que asumirá la presidencia de la compañía.

La nueva Alitalia contará con una flota de menor envergadura con respecto a la actual, que supera los 180 aviones -frente a los 130 de Iberia, sin contar Air Nostrum-, pero mucho más moderna, gracias a la fusión con AirOne. Contará de hecho con unos 120 Airbus A320, con los que Alitalia podría sustituir a brevísimo plazo todos sus antiguos MD-80, y alrededor de 20 aviones de largo alcance, a la espera de la llegada, en 2014, de los nuevos A350. Completarán la flota otros 20 aviones regionales, probablemente del fabricante canadiense Canadair.

Una nueva novia

Intesa Sanpaolo y los nuevos socios se quedarán al menos cinco años en la compañía, sin embargo han anunciado que buscarán inmediatamente una novia. Las candidatas son dos: Air France-KLM y Lufthansa. Intesa Sanpaolo, de hecho, está manteniendo negociaciones con ambas compañías y prevé cerrar un acuerdo en los próximos meses.

Además de unas finanzas (al menos en teoría) saneadas, Alitalia llevará en dote un hub, el de Milán Malpensa, que podría ser interesante para alemanes y franceses. La candidata favorita es, de momento, Lufthansa, que ha mostrado en varias ocasiones su interés por el hub de Milán. Malpensa se encuentra en la tercera área europea por volumen de tráfico, detrás de Londres y de la propia Fráncfort.

Sin embargo, este partido está estrechamente relacionado con otro, cuyo campo de batalla se encuentra a poca distancia de Milán: la venta, por parte del Gobierno de Viena, de la compañía de bandera austríaca: Austrian Airlines.

Austrian, pequeña y deseada

Viena tiene previsto deshacerse del cien por cien del capital de la compañía, aunque una parte acabará en manos de empresarios nacionales. Para la participación de control, en cambio, hay dos pretendientes... Air France-KLM y Lufthansa.

La aerolínea austríaca es sustancialmente diferente de Alitalia, porque es mucho más pequeña -en 2007 transportó 10,8 millones de pasajeros-, pero también más sana desde el punto de vista financiero, aunque prevé registrar pérdidas de entre 100 y 130 millones de euros en 2008. Desde el punto de vista industrial, Austrian reforzaría la presencia de su comprador en zonas estratégicas como Europa oriental, con 48 rutas disponibles, y Oriente Medio.

Sin embargo, es muy poco probable que la compañía que se quede con Austrian pueda también conventirse en accionista -aunque minoritario- de la nueva Alitalia. Por tanto, todo apunta a que el ganador de la campaña de Viena dejará Alitalia en manos de su competidor.

Sin embargo, hay un detalle de cierta importancia en esta batalla. Tanto los franceses, como los alemanes se están jugando el pódium de la mayor compañía europea y mundial, dejando atrás a los británicos, incluso contabilizando la compra de Iberia. Los 28 millones de pasajeros que Alitalia tiene previsto transportar en 2008 y mantener en los años siguientes convertirían inmediatamente a su comprador en el ganador de esta batalla.

SAS, la incógnita

En este panorama de fuerte competencia, hay otra aerolínea que podría jugar un papel importante. Es la deficitaria Scandinavian Air System (SAS), que además atraviesa uno de los peores momentos de su historia. Su fililal española, Spanair, ha sido duramente golpeada por el accidente de Barajas, que, para más inri, ha llegado en un momento ya de por sí muy difícil.

Es probable, por tanto, que también el grupo escandinavo entre en el baile de las fusiones, o que al menos lo haga Spanair, que, por otra parte, ya fue objeto de negociaciones en los últimos meses. Cabe recordar que SAS forma parte de Star Alliance, cuyo capitán es, una vez más, la germana Lufthansa.

Sin embargo, la guerra por los cielos europeos puede extenderse, involucrando compañías estadounidenses y, sobre todo, asiáticas y rusas. No hay que perder de vista competidores como Singapore Airlines -el cliente de lanzamiento del Airbus A380-, la tailandesa Thai, China Airlines, Indian Airlines y la rusa Aeroflot. Podrían reservar más una sorpresa de última hora.

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