Más de 40 Estados de EEUU tienen una normativa de autoconsumo de electricidad, cada uno con sus variantes y particularidades. Pero alrededor de la mitad la está revisando, y no pocos están introduciendo restricciones porque era demasiado favorable para los intereses de los autoconsumidores.
En la inmensa mayoría de los casos el modelo de autoconsumo escogido es el balance neto, que consiste en intercambiar energía con la red eléctrica: el autoconsumidor puede aprovechar los kWh que se produzca para sí instantáneamente y por cada kWh que le sobre e inyecte en la red tiene derecho a consumir otro kWh de la red cuando le haga falta, con independencia del coste que tenga generarlo.
Como resultado, según denuncian unas empresas eléctricas que ven con extraordinario recelo el desarrollo de la generación distribuida y el autoconsumo, es que los autoconsumidores obtienen un subsidio encubierto por parte de los consumidores convencionales, puesto que con el balance neto puro, además de no tener en cuenta la diferencia del coste de generación de los kWh, dejan de pagar costes fijos de los sistemas eléctricos.
El problema puede solucionarse con una buena configuración de las tarifas, pero dar con la fórmula correcta es tarea harto complicada. Además, las eléctricas quieren penalizar el modelo tanto como sea posible y la industria renovable, sobre todo la fotovoltaica, justo lo contrario.
En esta pugna, los entes reguladores eléctricos de EEUU, las comisiones públicas de utilities, ajustan las normativas, y en los últimos casos no lo están haciendo a favor de la industria renovable.
El último Estado en limitar el sistema de balance neto ha sido Nevada. Y además lo ha hecho con carácter retroactivo, es decir, la nueva normativa, que entró en vigor el pasado 1 de enero, se aplica a las nuevas instalaciones y también a aquellas con menos de cuatro años de antigüedad, algo que ha causado estupor en el sector renovable, porque sienta un peligroso precedente de inseguridad jurídica. Por eso se da por sentado que la normativa acabará en los tribunales.
623 dólares anuales de subsidio encubierto
Según los cálculos de la Comisión Pública de Utilities de Nevada, gracias al sistema de balance neto puro, los autoconsumidores estaban recibiendo una subvención encubierta de 623 dólares anuales por parte de los consumidores convencionales. Para evitarlo, la nueva regulación establece que cada kWh excedentario no dará derecho a consumir otro gratuitamente, sino que percibirá el precio del mercado eléctrico. El cambio supone cobrar 0,05 dólares por kWh, frente a obtener un ahorro de 0,11 dólares.
Además de este recorte del 50 por ciento, se han establecido nuevos costes a la conexión de los sistemas solares y, durante los próximos cuatro años, se ajustarán las tarifas progresivamente con la intención de eliminar totalmente los citados subsididos cruzados entre consumidores y autoconsumidores.
Tras conocer la noticia, SolarCity, líder del país en el negocio de instalar paneles solares en tejados, ha anunciado que abandona la actividad en el Estado.
Apenas una semana antes que Nevada, California -la pionera y la gran referencia en el autoconsumo con balance neto- también endureció su normativa, si bien en mucha menor medida: impuso a los autoconsumidores costes que ya soportan los consumidores convencionales, pero se esperaba algo más drástico.
En Hawai, donde sus débiles sistemas insulares cuentan con la mayor densidad de instalaciones solares del país, fueron mucho más rigurosos en octubre: como en Nevada, suprimieron la opción del balance neto, introduciendo cupos para las nuevas instalaciones y un pago por la energía excedentaria en vez del intercambio de energía. Eso sí, no lo hicieron con carácter retroactivo.