El pasado martes se reunió el Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la UE. Era el primer encuentro de los responsables ambientales de los 28 tras la clausura de la Cumbre de París y sobre la mesa, cómo no, estuvo el compromiso que habían adquirido, antes de la crucial cita climática, de incrementar la ambición de sus objetivos si ésta se cerraba con acuerdo.
Pues bien, Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático, exponiendo los resultados de la reunión del Consejo, ha comentado que ese aumento de las aspiraciones "ya se ha incluido en la agenda de trabajo, aunque aún no hay nada concreto".
Ulargui se sinceró y confesó que "nunca imaginamos un acuerdo así, con todos los países, ricos y pobres". Valoró que se trata de "una nueva forma de cooperación global", y, sobre su grado de obligatoriedad, recalcó que "es jurídicamente vinculante, porque todos los acuerdos internacionales lo son". Lo más importante, a su juicio, es que "todos tendremos que rendir cuentas cada cinco años".
Un 40% menos de CO2
La UE se comprometió antes de la Cumbre a alcanzar en 2030 una reducción de las emisiones de CO2 del 40 por ciento en relación a los niveles de 1990; así mismo, fijó el objetivo de cubrir un 27 por ciento de su demanda energética con renovables y de reducir un 27 por ciento el consumo de energía.
La UE no anunció entonces en qué consistiría el aumento de su ambición, que ofreció como incentivo para los demás estados al objeto de conseguir un acuerdo global. Para 2050 tiene una hoja de ruta que aspira a reducir un 80 por ciento las emisiones de CO2.
La reunión del Consejo, por otro lado, trató la revisión de las directivas de emisiones, de renovables y de eficiencia energética. También abordó un nuevo Paquete dedicado a la electrificación del transporte y la Decisión por la que se repartirá entre los estados miembro la cuota de reducción de emisiones de los sectores no sujetos al mercado de derechos de CO2, como el transporte o la agricultura, denominados difusos.