
Los fundadores de Life is Good han hecho honor al espíritu de su marca y han cerrado por completo sus cuentas de correo electrónico. La compañía, conocida sobre todo por sus camisetas con lemas optimistas y cuya valoración se calcula en 100 millones de dólares, se ha atrevido a dar un sorprendente giro a la política de relaciones internas.
Los hermanos Jacobs, que empezaron a vender camisetas en la calle a finales de los 80, estaban hartos de desperdiciar horas de su valioso tiempo contestando a correos electrónicos, así que primero pensaron en acotar ese despilfarro.
"El tiempo que pasábamos cada día simplemente limpiando nuestros buzones era terrorífico, y nos íbamos a la cama sintiéndos incapaces. Cuantos más correos enviábamos, más venían de vuelta", afirman los hermanos en su libro, titulado Life is Good
La solución sería simple: quien quisiese una respuesta de los fundadores debería esperar a los miércoles.
"Pero eso no sirvió para nada, porque teníamos que lidiar con el mismo número de emails", añaden.
Así que dieron un salto al vacío y simplemente cerraron sus cuentas de correo. En su lugar, quien quiera hacerles llegar peticiones o consultas por email deberá tratar siempre y en todo caso con sus asistentes.
Además, esos ayudantes tienen instrucciones claras de no interrumpir la creatividad de sus jefes. Sólo una vez cada dos semanas se realiza una pequeña reunión en la que los Jacobs escuchan un resumen de algunas cuestiones, sólo las más importantes.
¿Y los contactos? Reajustaron rápidamente sus vías para llegar hasta los Jacobs. "Creemos que la gente se cuida más de molestarte con asuntos menores cuando tienen que llamarte por teléfono directamente".