
3D Systems Corp., la reina del pujante mercado de impresoras en tres dimensiones (máquinas que fabrican piezas apilando capas de materiales, gota a gota) se tambalea. La empresa ha confirmado esta semana que el que ha sido consejero delegado durante los últimos 12 años, Avi Reichental, dejará el timón.
Mientras Reichental abandonaba su puesto, las acciones de la compañía se dejaban cerca de un 7% a media jornada del jueves y tocaban mínimos de los últimos cuatro años: unos 10 dólares por título, frente a los 97 dólares de comienzos de 2014.
"La compañía asegura que la salida de Reichental se ha producido de mutuo acuerdo, pero nosotros creemos que ha sido empujado a dimitir por culpa de las últimas dificultades y ante la frustración de los inversores", afirma a Reuters el analista de S&P Capital IQ Angelo Zino.
Esas dificultades a las que se refiere Zino incluyen, entre otras malas noticias, un revés arbitral que costará a 3D Systems apenas 11 millones de dólares, pero que parece haber certificado que la política de expansión emprendida por Reichental se había agotado.
La carrera por crecer
Con un pie firme en el mercado industrial (uno de sus productos estrella son las impresoras con las que se fabrican las prótesis de corrección dental transparentes de Invisalign), la compañía puso la vista a comienzos de esta década en el prometedor segmento de las impresoras en 3D domésticas.
Pensando que en el futuro cualquiera podría contar en su casa con un dispositivo capaz de imprimir los objetos que se necesitan (desde carcasas para el móvil hasta piezas de repuesto de muebles), en lugar de tener que comprarlos, 3D Systems se fijó el objetivo de dominar ese jugoso mercado.
Para ello emprendió una alocada carrera de compras que no difiere demasiado de las realizadas en su día por gigantes de internet como Google o Facebook. En lugar de invertir en I+D, Reichental prefirió comprar startups y, con ellas, sus desarrollos.
Adiós a la burbuja
Cuatro años después, parece que a 3D Systems se le haya agotado el impulso. Una decisión arbitral ha certificado que tras absorber Print3D, una de estas jóvenes empresas, no cumplió con las condiciones pactadas con su fundador.
Y pese a que el impacto de esa decisión será limitado en una compañía con una facturación trimestral de 170 millones de dólares, se diría que 3D Systems ha terminado al fin su huída hacia adelante en un mercado, el doméstico, en el que las ventas no terminan de despegar.
A juzgar por el comportamiento en bolsa de comparables como Voxeljet o Stratasys, parece además que los inversores han decidido certificar la muerte definitiva de la burbuja especulativa en torno a las impresoras en tres dimensiones.