Empresas y finanzas

Egipto veta el capital extranjero en Suez

  • La intervención estatal ha acortado el tiempo de ejecución en cuatro años
Un buque mercante en su recorrido por el Canal de Suez. REUTERS.

El jueves se inaugura la ampliación del Canal de Suez, una obra que ha exigido una inversión de 7.000 millones de euros y que permitirá a Egipto aumentar los ingresos por el cobro de peajes al tráfico de buques desde los 4.800 millones anuales de la actualidad hasta los 12.000 millones a inicios de la próxima década, según los cálculos de la Autoridad del Canal de Suez.

El Gobierno del exgeneral Abdelfatah Al-Sisi ha planteado la ampliación como un símbolo del renacimiento del país, tras el período revolucionario, y ha querido otorgarle un fuerte componente nacional y nacionalista: sólo los egipcios han podido invertir en ella.

En el imaginario del pueblo egipcio, el Canal de Suez es el icono de la independencia frente a las potencias coloniales, el símbolo del Egipto moderno, como las pirámides lo son de las glorias pretéritas. Para un egipcio, 1956, año en que Abdul Gamal Nasser lo nacionalizó, arrebatándoselo a Reino Unido y entrando en guerra contra él y contra Francia, tiene la misma importancia, si no más, que el año de la independencia del país, 1936.

Por eso el actual Gobierno se fijó en el Canal al poco de llegar al poder, tras el golpe de Estado que derrocó al presidente islamista Mohamed Mursi en julio de 2013. Económicamente, se trata de una inversión a largo plazo que contribuirá a relanzar la economía del país y que se debería amortizar con rapidez, a la vista de la evolución del comercio internacional; políticamente, es laico y perfecto para aglutinar a todos los egipcios.

Proyecto nacionalista

La ampliación del Canal, por lo tanto, tenía que ser un proyecto exclusivamente egipcio y popular, algo en lo que cualquiera pudiera participar y sentirse orgulloso. De este modo, se excluyó la inversión extranjera y se emitieron 500 millones de certificados de inversión por un valor de 1.000, 100 y 10 libras egipcias -estos últimos, dijo el Gobierno, destinados a los estudiantes, "para reforzar su sentimiento patriótico"-, así como unos especiales de 100 dólares para los nacionales expatriados.

Las condiciones de los certificados fueron muy ventajosas: vencimiento en cinco años, interés del 12% anual y exención de cualquier tipo de impuestos y gastos administrativos. Sólo cuatro bancos públicos pudieron ponerlos a la venta: el Al Ahly Bank, el Banque Misr, el Banque Du Caire y Suez Canal Bank.

La respuesta del ciudadano egipcio fue entusiasta y desbordó totalmente las previsiones de las autoridades. Para ejecutuar la obra era necesario recaudar 60.000 millones de libras egipcias, algo que se esperaba conseguir en un mes y medio, pero a los ocho días ya se había recaudado mucho más: 64.000 millones.

La fiebre por adquirir los certificados se notó en los depósitos bancarios, que se redujeron en 32.000 millones en esos mismos ocho días de euforia nacionalista. El presidente del Banco Central Egipto, Hisham Ramez, indicó que la demanda duplicó la oferta, llegando a 1,1 millones de solicitudes: "era difícil cerrar las puertas de los bancos a los ciudadanos", declaró feliz durante una rueda de prensa.

Al final, el 18% de la recaudación provino de fundaciones y el 78% la aportaron los ciudadanos: unos 70.000 egipcios adquirieron certificados de 10 libras y 150.000 lo hicieron con certificados de 100 libras, pero todavía hubo más demanda, aunque no se especificó cuánta, con los certificados de 1.000 libras.

Rapidísima ejecución de obra

Cuando el presidente Al-Sisi lanzó el proyecto en agosto de 2014, la Autoridad del Canal de Suez estimó que la duración de la obra sería de cinco años. Pero para demostrar quién manda en el país y conseguir que la ampliación rinda económicamente cuanto antes, el presidente Al-Sisi ordenó que se ejecutara en sólo un año.

Y aunque muchos analistas indicaron que no era posible hacerlo en tan breve plazo, así ha sido. Un total de 53 empresas egipcias, bajo la supervisión de dos empresas militares -el ejército controla el núcleo duro de la economía- han realizado los trabajos, empleándose a fondo las 24 horas de los siete días de la semana.

Ahora bien, no todo el proyecto se ha concluido. Junto a la ampliación de la monumental vía de agua hay planificadas un buen número de infraestructuras accesorias entre las que destacan tres puertos, una zona franca industrial y un parque tecnológico, aunque también se espera construir áreas comerciales y turísticas.

Las obras en el Canal, en sentido estricto, si están terminadas. "Tres grandes cargueros han cruzado el Canal. Estos barcos han pasado de forma segura, lo que muestra a todo el mundo que el nuevo Canal de Suez es seguro para la navegación", explicaba el director de la Autoridad del Canal, el almirante Mohab Manish, a la BBC hace unos días.

Captar más del 7% del tráfico

Por el Canal de Suez discurre el 7% del comercio marítimo mundial, con especial incidencia en el ámbito de los hidrocarburos: aproximadamente el 4% del petróleo y el gas lo atraviesan, incluyendo en el cálculo un oleoducto auxiliar; tan importante es para el sector que los superpetroleros empezaron a construirse cuando se cerró durante ocho años tras la Guerra de los Seis Días, en 1967.

Así pues, se trata de una vía crucial para el tránsito de mercancías desde el Extremo Oriente hasta Europa y la costa oriental de EEUU, mercado por el que compite con el Canal de Panamá. La propia Autoridad del Canal se pone medallas y señala que por Suez pueden pasar barcos con mayor capacidad que por Panamá.

La obra ya concluida ha afectado a 72 kilómetros de los 163 kilómetros de longitud del Canal. Unos 35 kilómetros se han excavado en la zona mediterránea, para crear una nueva apertura al mar, y otros 37 kilómetros han sido expansiones y dragados en el recorrido original.

Como resultado, se ha doblado la capacidad de navegación de la infraestructura, que se podrá recorrer en los dos sentidos en casi la mitad del trazado, mientras que ahora sólo se podía navegar en uno. La duración del viaje se ha acortado desde las 20 hasta las 11 horas. También se reducirán los tiempos de espera de las embarcaciones; si hasta ahora eran de 8 a 11 horas, a partir del jueves sólo habrá que esperar un máximo de 3 horas.

El Gobierno, contra pronóstico, ha cumplido su parte: el país mejora su potencial de crecimiento, está más cohesionado y ganará más con el comercio marítimo.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky