
El Banco Central Europeo (BCE) quiere evitar cualquier contratiempo en el sector financiero, muy dañado durante la crisis. Por eso ha comenzado a analizar ya la guerra hipotecaria puesta en marcha por las entidades españolas. El supervisor ha empezado a recabar datos para comprobar el efecto que puede tener en la cuenta de resultados del sistema ahora y en el futuro.
El organismo que preside Mario Draghi está pidiendo toda la información pertinente tanto de manera escrita como a través de las diferentes conversaciones con las cúpulas directivas para valorar el contexto y adoptar medidas, según fuentes financieras. En principio, el BCE corregirá de manera individual las circunstancias que conlleven mayor riesgo a través de recomendaciones, aumentos de capital o incluso prohibición expresa.
El supervisor comunitario ha aprovechado la primera ronda de participación en las reuniones de los consejos y los distintos comités de algunos bancos para solicitar datos sobre la política de precios, los márgenes que se obtienen con la comercialización de préstamos más baratos, el seguimiento de los mismo, su calidad y sus garantías, entre otros aspectos.
La vigilancia, según las mismas fuentes, no se limita sólo a las hipotecas, el principal foco de la banca española para captar clientes y elevar la rentabilidad a medio plazo, sino a las pymes, donde el sector también está abaratando los créditos para crecer.
Diferentes banqueros llevan varias semanas advirtiendo de los peligros de perpetuar una guerra hipotecaria porque sus consecuencias podrían ser similares a las surgidas en el paso reciente con la batalla por el pasivo. Entonces, las entidades llevaron a pagar rentabilidades muy superiores a las que cosechaban por los préstamos y, además, con el agravante de la subida de la morosidad.
Ahora, las entidades están reduciendo cada vez más los tipos que cobran a los clientes por las hipotecas, hasta el punto que algunas entidades podrían estar concediendo este tipo de créditos a pérdidas. Es al menos lo que en el sector se da como un hecho y tanto el presidente de BBVA como el del Sabadell han verbalizado públicamente. Francisco González y Josep Oliu han reclamado prudencia al resto de competidores ante este tipo de prácticas.
El BCE es consciente de la situación, sostienen en fuentes financieras, que señalan además que el supervisor está extremando la precaución sobre la estrategia de precios que están desplegando algunos grupos para aumentar su negocio, aunque sea a costa de poner en peligro la viabilidad.
Toque de atención al consejo
El organismo comunitario dio el primer paso para controlar los riesgos que asume el sector antes de recabar toda la información con una carta a todos los consejeros de las entidades. En las misivas, reclamaba a cada uno de los vocales responsabilidad en su actuación en los órganos de gobierno. En la carta, el BCE pedía que estuvieran atentos a cualquier actuación por parte de la cúpula directiva tanto en buenas prácticas como en política comercial con el fin de primar siempre la sostenibilidad en el medio y largo plazo.