Los obreros de la promoción Parque de Colmenar, en la madrileña localidad de Colmenar Viejo, ya han sufrido los primeros estragos del concurso de acreedores de Martinsa-Fadesa. Caras largas y preocupación es el ambiente que se respira en una de las múltiples promociones que la constructura había puesto en marcha y cuyo futuro es ahora incierto.
"Estamos desmontándolo todo -afirma el jefe de obra-, nos llevamos el material y en dos días tenemos que estar fuera de aquí". Son trabajadores de la empresa Construcciones y Obras Cordi, "nuestro jefe nos lo ha dicho muy claro", explica uno, "tenemos que irnos porque no nos pueden pagar". Se van todos al paro. Alguno cree que se podrá reenganchar en otra obra, pero la mayoría ya se ven en la fila del Inem.
Obras suspendidas
Iniciaron la edificación hace apenas dos meses y aunque la estructura de la primera planta de alguna de las viviendas allí proyectadas ya se había levantado, lo van a desmontar todo. "Nos llevamos los materiales, la ferralla y todo lo que ya se ha gastado nuestro jefe en esta obra y eso que se ha portado bien y nos ha pagado, pero sabemos que él no va a cobrar", añade otro de los afectados.
Los trabajadores, que también tienen una hipoteca a la que hacer frente, se preocupan por aquellos que han comprado allí una casa. Ellos no ven nada claro que se vaya a terminar algún día la promoción, pero lo que sí saben seguro es que a ellos nadie les ha dicho que vayan a volver a trabajar allí. Su futuro también es incierto.
El malhumor de los obreros va en aumento en cuanto entablas una conversación: "El Gobierno, el Gobierno es el culpable", dice uno, "que investigue todos los millones que se ha llevado las promotoras y que se los quiten para pagar a todas las empresas que han cerrado por su culpa". De ahí deberían sacar el dinero para pagarnos a todos, añade uno, que baja con unas cuerdas para poder atar y recoger el material que se va con ellos.
La caseta de venta estaba cerrada y además existía una valla que impedía el paso. El agente de Prosegur que vigila la obra no tenía nada claro que fuese a aparecer alguien por allí: "Si quieres llama por teléfono y queda con algún comercial", a lo que un obrero le grita indignado, "¡pero qué van a vender si nos vamos todos de aquí!". El Residencial Parque de Colmenar iba a constar de 464 viviendas, entre chalés adosados o pareados.
Su situación era perfecta puesto que se encontraba en un entorno tranquilo, con excelentes comunicaciones. Cerca de la Cuenca Alta del Manzanares y de la Sierra de Guadarrama, sus habitantes iban a disfrutar de una temperatura más agradable durante el verano debido a la cercanía de la sierra. Ahora todo está en el aire.
Adiós a un sueño
La publicidad de la promoción seguro que atrajo a mucho compradores: "Dispone de completos equipamientos, amplias zonas verdes, locales comerciales, piscinas, centros educativos, sanitarios y deportivos". Parecía una compra perfecta. Sin embargo, actualmente existe una maraña de hierros, maderas y pequeñas estructuras que asoman la cabeza. Y eso no es lo peor; hasta donde saben los trabajadores, el aspecto que presenta no va a mejorar en bastante tiempo.
Algún propietario o posible comprador se ha acercado por las obras a preguntar por la situación de la promoción y los trabajadores se lo han dejado muy claro: "Que salga adelante esta promoción está muy negro", así se lo han explicado a todo aquel que se ha acercado a interesarse por la edificación, "nosotros nos vamos" decían.
Todo desaparecerá para dejar completamente lisa la montañita en la que se encuentra el proyecto de residencial. Los obreros no saben cuántas viviendas se han vendido, ni con qué fecha de entrega, pero en sus cálculos no entra ni ver finalizada la obra ni, por supuesto, que sean ellos los que se encarguen de acabarla.
"¿Reconocerá ahora Zapatero la crisis?", se pregunta uno de los trabajadores. "Probablemente no, ahora he oído que van a buscar medidas para ayudar a la empresa. Y a nosotros ¿quién nos ayuda?, se pregunta un tercero. Nadie, contestan todos al unísono. Y se ríen. Se lo toman con humor, ya se han acostumbrado a salir y entrar del paro. Sin embargo, sus ojos reflejan la preocupación que sienten por un futuro muy incierto, que cada vez ven más negro.