Ingenieros británicos proponen darle una nueva utilidad a las calderas de gas domésticas: además de generar calor para calentar el agua corriente, y el circuito de calefacción, crear electricidad que la casa pueda consumir directamente.
En términos simples, la caldera usa el gas natural que quema para calentar un líquido refrigerante almacenado a alta presión, hasta que éste pasa a estado gaseoso, moviendo una turbina que se usa para generar electricidad. Bill Gates financia una máquina que convierte desechos humanos en agua potable.
El vapor del líquido refrigerante, aún caliente, pasa entonces a templar el agua que se va a consumir en la casa y el que se utiliza en la calefacción. Y tras intercambiar su calor con el agua fría, el vapor del circuito cerrado se convierte de nuevo en líquido.
El producto, que ha sido desarrollado durante más de 10 años, promete reducir la factura combinada de gas y luz en 80 libras al mes (unos 107 euros).
La luz sube casi un 18%
