
El G-8 precisa una rotunda puesta a punto; los mayores organismos económicos internacionales (FMI, Banco Mundial, aunque sin citarlos) no son ya capaces de atender a las nuevas urgencias del mundo; la Opep ya no es decisiva. Debe terminar la era de un sistema concentrado "en los intereses de un país y de una moneda", EEUU.
El mundo ha cambiado, por tanto, hay que volver a mirar hacia Rusia. A la Rusia de Dimitri Anatolevic Medvedev, que cumplió 43 años en septiembre, presidente en pleno ejercicio "porque -señala- nadie decide por mí".
Sonriente, enfundado en su chaqueta azul y luciendo una corbata gris azulada de nudo demasiado ancho, concede su primera entrevista a la prensa desde que se ha convertido en presidente de la Federación Rusa.
Sin tapujos
Sin los prontos de su predecesor y sin los tropiezos de Boris Yeltsin, Dimitri Medvedev no deja a nadie en el tintero, ni siquiera a sí mismo, ni tampoco a Putin. Y advierte: "Cuando debe tomarse una decisión como presidente, la cosa es completamente diversa. Puedo consultar a mis asesores, puedo pedir sugerencia a Vladímir Putin, hombre de gran experiencia, pero la última palabra me corresponde a mí. Y esto cambia todo porque si me equivoco la responsabilidad es mía".
En la biblioteca del Kremlin, la entrevista con los representantes de los periódicos de los países que forman parte del G-8, entre ellos Il Sole-24 Ore, dura poco menos de dos horas. El trato formal anula la intención -que quizás es también la del presidente- de una charla más relajada, como las que se dice entablaba en otras épocas.
Mirando al futuro
Dimitri Medvedev se muestra prudente, incluso rígido, a pesar del deseo de salirse del guión. Sin embargo, nada más empezar lanza una clara llamada al mundo para pasar página a fin de salir de la crisis actual.
"La situación económica global es negativa para todos, a pesar de que haya islas de relativa estabilidad. La crisis financiera que comenzó el año pasado con las subprime, que supuso el derrumbe de la confianza en el sistema de las hipotecas en Norteamérica, ha deteriorado el cuadro macroeconómico.
La inflación es una amenaza en todas partes. Los organismos económicos internacionales han demostrado no ser capaces de afrontar esta nueva situación. El mecanismo financiero global debe adaptarse a la realidad de hoy y a los riesgos de hoy. Tenemos que desarrollar propuestas para hacer más flexible la capacidad de respuesta y prevenir las crisis.
Pero, sobre todo, es necesario abandonar el egoísmo nacional. Es evidente que todo un sistema no puede estar anclado a los intereses de un solo país y de su moneda. Hay que lograr un nuevo equilibrio entre las principales economías del planeta y son necesarias varias divisas de referencia".
¿El rublo entre ellas?
Un dólar estable y el euro obviamente. Pero también el rublo, que deberá tener la fuerza de divisa de reserva regional. Es un objetivo, no una medida que se pueda adoptar por decreto.
Dimitri Medvedev, este lunes arranca la reunión del G-8 en el Japón, su primer G-8 como presidente de Rusia.
¿Considera que es una fórmula todavía válida para afrontar las exigencias de una gobernación mundial?
Algunas crisis son imprevisibles, otras pueden preverse si se detectan los síntomas. Estoy convencido de que los jefes de Estado de las mayores economías debemos encontrarnos y el G-8 es un buen formato, pero se prepara con demasiada anticipación. Desde hace tiempo, en las cumbres, la economía ha perdido el papel central que merecía y ahora vemos los resultados con los dos principales puntos del programa, crisis alimentaria y crisis financiera, en las que nadie pensaba el año pasado.
Pero es necesario poner en marcha un mecanismo de respuesta urgente, mucho más flexible. Me refiero a un sistema capaz de reunir a los ministros de Finanzas, de Energía o de Agricultura, en el transcurso de unos pocos días. Luego informarán ellos a los responsables de sus gobiernos. La seguridad energética -prosigue - deberá constituir el tema central del G-8. El año pasado en San Petersburgo, preguntado por algunos de sus colegas, hace ahora 12 meses, dije que el crudo llegaría a los 150 dólares al cabo de un año.
Hoy es una realidad, un hecho que no cambia. La respuesta a esta situación puede llegar solamente a través de un pacto entre países productores, países consumidores y países que aseguran el tránsito.
¿La Opep, por tanto, no es ya capaz de influir de forma decisiva sobre el devenir del petróleo?
No debe subestimarse la eficacia de la Opep y de otras organizaciones internacionales. Las decisiones adoptadas por el cártel no tienen una influencia duradera sobre los precios mientras que, al contrario, las indecisiones de la Opep no dan estímulos positivos al mercado. Lo repito, son necesarias consultas regulares entre productores, consumidores y países de tránsito. Rusia construye su política energética sobre este principio.
El candidato republicano a la Casa Blanca John McCain ha propuesto excluir a Rusia del G-8
Si venciera las elecciones, ¿se verían comprometidas las relaciones ruso-americanas?
Este hecho no merece comentarios. Es evidente que la participación de Rusia en el G- 8 no depende de los gustos de una persona, sino de que constituye una de las mayores economías mundiales y uno de los mayores actores de la escena planetaria. Si EEUU quiere tener éxito debe adoptar un enfoque pragmático, tanto en la política interna como en la exterior.
Pues precisamente en la política exterior, sobre Kosovo, se ha renovado la tensión con Occidente.
¿Moscú insistirá en bloquear el envío de una misión civil europea a Pristina?
Rusia no está bloqueando nada. Kosovo, lo afirmo una vez más, no es un caso sui generis, sino sólo un peligrosísimo precedente con el que Europa deberá convivir muchos años.
Cuando habla sobre el conflicto balcánico, el joven líder tensa sus músculos, mostrando cierto nerviosismo. La sospecha de que sea solamente un doble de Putin no se ha disuelto pasados ya dos meses de su llegada al Kremlin, pero él lo rechaza con educada distancia. "¿Desean saber -dice- si me veo todos los días con Putin? No, por fortuna no tenemos necesidad, ya que el sistema de Gobierno nos lo permite".
¿Y su vida en el Kremlin le ha proporcionado alguna sorpresa?
Ciertamente no es más sencilla que antes. Ser jefe de un gran país como Rusia, de una potencia nuclear, significa trabajar 24 horas al día, siete días a la semana. Para mí ha sido una experiencia esencial, una experiencia que nadie te puede aportar, que nadie te puede explicar, que ningún libro te puede enseñar.
Ciertamente, tengo muchos consejeros a los que puedo consultar, puedo hablar con Vladímir Putin, hombre de gran experiencia y gran popularidad en todo el país, pero cuando llega el momento de la decisión final es a mí a quien toca. Y esto cambia todo, porque si me equivoco, la responsabilidad es mía.
Vladislav Surkov (considerado el ideólogo del Kremlin) ha declarado que "fuerzas destructivas están intentando crear un distanciamiento" entre usted y Putin. ¿Cuáles son estas "fuerzas"?
Sé que a parte del mundo político e incluso a parte de la población no les gusta el actual liderazgo y la configuración del sistema de Gobierno. Pero así es la democracia. La gente ha votado y ha elegido. No quiero sugerir nombres ni creo en la teoría de la conspiración. Las cosas son, a menudo, mucho más banales de lo que se cree.
Sobre el papel del Estado en la economía de Rusia, en cambio, hay evidentes contradicciones. Usted y muchos de sus colaboradores, declaran que quieren menos representantes del Gobierno en los consejos de administración de las sociedades públicas, pero cuando se trata de nombrar a los más altos cargos de Gazprom y Rosneft, vuelven a oírse los nombres del ex premier Zubkove, del vicepremier Sechin...
Estoy convencido de que conviene que haya más profesionales independientes en los consejos de administración de las empresas públicas. Es una iniciativa que lancé durante la campaña electoral. Pero hay que tener en consideración las características de las sociedades y de los estatutos. En el caso de empresas como Rosneft y Gazprom, en las que participan consejeros independientes, no es equivocado que el presidente del consejo sea una persona propuesta por el Estado.
La charla con Dimitri Medvedev salta a otros temas, desde la crisis con Inglaterra ("hablaré con Gordon Brown en Japón"), a los fallidos intentos de "exportación de la democracia" a Iraq y Afganistán. La conversación deriva luego hacia el caso de Mikhail Khodorkovskij, encarcelado en Siberia, destrozado por las voces de una próxima futura liberación que ahora se transforman en augurios de nuevas acusaciones. Del joven presidente Medvedev, muchos se esperan un gesto de fuerza en favor del ex patrón de Yukos. El encuentro con la prensa internacional hubiera podido ser la ocasión para dejarlo entrever. Pero no ha sido así.
"El sistema judicial debe quedar separado de todo. De la influencia del mundo empresarial, de la de personas físicas, de otros órganos del estado", dice. Quien confíe en un cambio debe esperar; hoy prevalece la voluntad de evitar cualquier ruptura con el pasado reciente. "Las diferencias entre Putin y yo -gusta decir de sí el presidente- son peculariedades de estilo, aspectos de la personalidad, actitudes que no cambian nada de la sustancia". Es cierto. Por ahora.