Empresas y finanzas

Cambio de rumbo radical de Ana Botín en cuatro meses al frente del Santander

Ana Patricia Botín

Configura su equipo, abre frentes comerciales y cimenta las bases para crecer.

Si algo queda claro ya con Ana Botín es que tomó las riendas del Santander para ejercer y no teme remover estructuras, porque tiene su propia estrategia, sometida a ensayo y error al frente de Banesto y la filial británica durante doce años. No cabrá reprocharle preservar intacto el timón por sujetarse al guión escrito antes por su padre Emilio Botín, cuyo parentesco fue un hándicap en el pasado a ojos de los mercados cuando se perfilaba como sucesora. Con brazo firme y decisiones atrevidas, pero exquisita ejecución, la banquera ha dado un vuelco al grupo en los escasos cuatro meses transcurridos desde que asumió la presidencia el 10 de septiembre.

La ampliación de capital en 7.500 millones y replantear el dividendo -restablece el metálico en un pago que recorta el 66 por ciento- despeja de una tacada incertidumbres que sobrevolaban al banco: que su solvencia fuera inferior a entidades rivales y cómo cubriría tan generosa retribución sólo vía beneficios. La doble media fue castigada ayer en bolsa -al fin y al cabo diluye al accionista y reduce la rentabilidad del dividendo para acomodarla a sus pares-, pero es la penúltima prueba de independencia y de que llega para dejar la impronta que imprimió en Banesto entre 2002 y 2010 y la filial de Reino Unido desde 2010.

Equipo a su medida

Con igual determinación ha conformado su equipo. El pasado 26 de noviembre nombró a José Antonio Álvarez consejero delegado, gran conocido y conocedor de los mercados, para sustituir a Javier Marín, el delfín elegido por su padre año y medio atrás. En doble carambola, promovió al tiempo al que fuera su mano derecha en Banesto, José García Cantera, encomendándole la dirección financiera ejercida desde 2004 por Álvarez; y aprovecha para traer a colaboradores de Reino Unido -da a Jacques Ripoll banca mayorista y a Bruce Carnegie-Brown una vicepresidencia-.

Semanas antes había decidido otros cambios en la línea directiva para rescatar a antiguos responsables en Banesto y Reino Unido; y con esta remodelación se preocupa de adaptar el banco a las prácticas de buen gobierno, tan escrutadas en países anglosajones. Crea la figura del consejero coordinador de independientes o contrapeso del presidente; eleva la cuota femenina con la presidenta de la embotelladora de Coca Cola, Sol Daurella; y rejuvenece el órgano rector -salen históricos como Abel Matutes y Fernando Asúa-.

Sus primeros pronunciamientos son críticos ante los reguladores por las insaciables exigencias de capital al sector y contundentes contra la corrupción y malas gestiones bancarias. Algo que lleva pronto a práctica. A los 66 días de asumir la presidencia disuelve el consejo asesor internacional, del que formaba parte el expresidente del Gobierno Rodrigo Rato, creado en 1997 y carente de funciones administrativas. Su culpabilidad está por demostrar, pero suponía una rémora, tras verse salpicado por el escándalo de las tarjetas opacas de Caja Madrid y otras investigaciones judiciales.

Campañas agresivas

El profundo conocimiento del grupo le ha permitido entrar, incluso, al terreno en negocio de inmediato. Una de las primeras visitas como presidenta fue a Cataluña, en pleno desafío soberanista, y a Brasil, recién reelegida presidenta Dilma Rousselff. Se ha atrevido a romper el mercado nacional con un depósito de alta rentabilidad para captar clientes en Cataluña, algo que nadie hizo, está azuzando la guerra hipotecaria y plantea el sacrificio en dividendo y recapitalización para "crecer más". Quiere cimentar la base para aprovechar las oportunidades de negocio en España, Brasil, Reino Unido o México, economías claves en vías de recuperación.

La idea de cara al accionista es sembrar para recoger a futuro. Algunos analistas valoraron que la revolución en 2014 despeja dudas para centrarse en el crecimiento en 2015.

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