
El papel nos huele a historia, nos lleva a tiempos pasados y nos recuerda a la mística que envuelve a un material que, en esencia, lleva lográndose y perfeccionándose desde hace cientos de años. La ambición del ser humano por guardar para la posteridad las vivencias presentes, preservar sus éxitos y contar sus hazañas es probablemente el factor fundamental que propició la acelerada evolución que tiene el papel , junto a los innumerables usos de este hito de la historia.
Agua y retales de trapos eran los materiales que se necesitaban hace tres siglos para la fabricación de esta herramienta, capaz de marcar el ritmo de la historia gracias al rol que ha jugado para el desarrollo de las capacidades humanas. Capellades, localidad catalana al lado del camino real que unía Cataluña, Aragón y Castilla, y paso obligado del comercio durante el siglo XVIII, se convirtió en esa época en un referente para la industria papelera, afanada por conseguir de manera sencilla estos dos elementos.
Nacida en 1714
En este contexto, y gracias a la fortuita llegada del cirujano Gaspar Vilaseca al pueblo, surgió en 1714 la empresa J. Vilaseca, fábrica papelera que este año celebra 300 años de su nacimiento, constituyéndose como la más antigua de nuestro país. El médico y su familia lograron adquirir 16 molinos que se alimentaban gracias a la balsa subterránea de Capellades, la cual contaba con 12 millones de litros de agua diarios y cuya calidad definía al municipio catalán.
Después de varios cambios de nombre, en 1953 se suma al capital la familia Torredemer, y se refuerzan los recursos de la compañía en 1990 con la entrada de la Casa de la Moneda. Además, desde 2006 pasa a ser un accionista también el grupo Signe, empresa de seguridad documental. Pero, ¿cómo han logrado mantenerse a lo largo del tiempo? Probablemente, parte del enigma se resuelva entendiendo la forma misma de la corporación: "Mantenemos la esencia de una empresa familiar, una colaboración en la que nosotros somos proveedores de nuestros propios accionistas, clientes fundamentales para J. Vilaseca", explica Carles Torredemer, director comercial de la empresa.
Aunque la verdadera clave está seguramente en "adaptarse a los cambios y anticiparse a las novedades tecnológicas", cuenta Torredemer. Y es que, de los productos basados en el sector gráfico y la impresión comercial, J. Vilaseca fue capaz de amoldarse a la industria y al papel de seguridad, principales filones de la compañía en la actualidad. Así, cabe destacar que, hoy en día, el 30% de la facturación corresponde a actividades que no existían hace cuatro años, como papel reciclado o etiquetas para el sector bodeguero. Innovación que, sin duda, ha influido en el hecho de que el pasado año alcanzasen los 51 millones de euros, lo cual supone un aumento del 7% sobre las ventas de 2012.
Internacionalización
Pero la base del negocio de J. Vilaseca, especialmente durante estos años de dificultad económica, es la internacionalización. "Antes de la crisis, el mercado extranjero suponía el 45% de las ventas, el año pasado cerramos con valores cercanos al 70% y el objetivo es llegar al 80%", asegura el director comercial de la compañía, quien explica que ya trabajan con 84 países en todo el globo a través de su departamento de exportaciones.
Sin embargo, la principal traba que la papelera española encuentra a la hora de aumentar el valor añadido de sus productos reside en la Administración. Los continuos cambios de legislación en el panorama energético impiden a J. Vilaseca desarrollar toda su capacidad competitiva, ya que "no hay una idea clara de hacia dónde hay que ir", dice Torredemer, quien reclama un marco legal estable y políticas comunes a nivel europeo. "Desde 2012, las dos reformas energéticas aprobadas han supuesto un castigo importante y, desde 2007, los costes energéticos han aumentado un 74%", indica Jaume Batllori, director general de la compañía.
Tres siglos de luchas a las que se suma ahora la digitalización, que no han logrado vencer a este sector, el cual sí que nota un descenso en el consumo. Y entre el nacimiento de tantas nuevas empresas y un incipiente auge del espíritu emprendedor, "no hay secreto más que trabajar mucho y no gastar más de lo que se ingresa", asegura Torredemer. Experiencia al servicio de un sector, ya de por sí longevo, pero en constante transformación.