Por Kathryn y Doyle
NUEVA YORK (Reuters Health) - En un estudio de California,los niños con trastorno del espectro autista (TEA) eran máspropensos a que sus madres hubiesen permanecido cerca de campostratados con ciertos plaguicidas durante el embarazo.
Esa proximidad a esas sustancias agrícolas durante lagestación también estuvo asociada con otro tipo de retrasos deldesarrollo infantil.
"Nuestro estudio es el tercero que asocia específicamentelos TEA con la exposición a los plaguicidas, mientras que cadavez más investigaciones demuestran la relación con el retrasodel desarrollo", dijo la autora principal, Janie F. Shelton, deUniversity of California, Davis. Aun así, aseguró que senecesitan más estudios antes de que la ciencia pueda asegurarque los plaguicidas causan autismo.
Pero sí se sabe que esos productos alteran las señales entrelas células del sistema nervioso, por lo que Shelton opinó queuna relación directa sería posible.
California es uno de sólo algunos estados de Estados Unidosdonde el uso de los plaguicidas en el campo se registra y mapearigurosamente. Los autores utilizaron esos mapas para monitorearla exposición gestacional de las madres de 970 niños (486 con unTEA, 168 con un retraso del desarrollo y 316 con desarrollonormal).
En Estados Unidos, un 4 por ciento de los niños tieneretraso del desarrollo (demoran más en alcanzar las metas encomunicación, sociabilización y motricidad). Los CDC estiman queuno de cada 68 niños tiene un TEA.
En el nuevo estudio, un tercio de las madres había vivido a1,6 km o menos de campos tratados con plaguicidas,principalmente, organofosfatos.
Los hijos de las mujeres expuestas a organofosfatos eran un60 por ciento más propensos a tener un TEA que los hijos de lasmujeres sin esa exposición, según publica el equipo enEnvironmental Health Perspectives.
El riesgo de autismo y retraso del desarrollo también creciócon la exposición a los insecticidas piretroides. Los carbamatosestuvieron asociados con retraso del desarrollo, pero no losTEA.
Con algunos plaguicidas, la exposición parecía influir másinmediatamente antes de la concepción y en el tercer trimestre,mientras que con otros productos, eso no parecía importar.
El doctor Philip J. Landrigan, que dirige el Centro de SaludAmbiental para Niños de la Escuela Icahn de Medicina de MountSinai, Nueva York, y no participó del estudio, consideró que losplaguicidas probablemente pasaron de las cosechas al aire y,así, las embarazadas quedaron expuestas a esos productos.
Aclaró que el estudio no determinó los niveles deplaguicidas en el aire. "Una lección o mensaje para los padreses que hay que minimizar o eliminar el uso de plaguicidas en loshogares", sostuvo Landrigan.
FUENTE: Environmental Health Perspectives, online 23 de juniodel 2014