El banco francés se enfrenta a una multimillonaria multa que podría superar los 10.000 millones de dólares por incumplir la prohibición de realizar operaciones financieras con Irán, Sudán y Cuba.
Desconocido hasta hace dos años, el americano Benjamin Lawsky se ha convertido en el enemigo número 1 de los bancos. Tras varios golpes de efecto, el regulador bancario del Estado de Nueva York concentra toda su energía en el banco francés BNP Paribas.
Las fotos que cuelga en Twitter le hacen parecer casi simpático. En ellas puede verse una limusina destrozada en las calles de Nueva York y el cartel de una velada de homenaje a Elvis Presley. El día en que BNP Paribas se asustaba al leer en la prensa americana la imposición de una multa de 10.000 millones de dólares en su contra - el pasado 29 de mayo-, Benjamin Lawsky se divertía incluso colgando una foto de su footing matinal a lo largo del Lago George, al norte de Nueva York.
El hombre, sin embargo, no tiene nada de aficionado. A ojos de los banqueros, se trata incluso de alguien avezado. Prácticamente desconocido hasta hace dos años, Lawsky se ha impuesto desde entonces como el terror de Wall Street, y el verdugo de BNP Paribas. A sus 44 años, este maratoniano parece determinado a convertir el banco francés en una cabeza de turco que mostrará a los demás el coste de desafiar la ley americana. BNP Paribas, que violó un embargo económico que pesaba sobre Irán, Sudán y Cuba, se enfrenta a una multa de 10.000 millones de dólares. Incluso podría tener que declararse culpable, una confesión muy embarazosa frente a sus clientes.
Pero esto no es lo más grave, Benjamin Lawsky blande un arma nuclear, la prohibición impuesta a BNP Paribas para realizar transacciones en dólares durante varios meses. El banco francés no será el primero en correr esta suerte, por haber financiado operaciones en Irán, el banco chino Kunlun fue privado igualmente del acceso al dólar en 2012. Al igual que las autoridades francesas, las chinas se sublevaron al ver a los americanos arrogarse el poder de sancionar cualquier operación en dólares en todo el mundo. Pero el caso de BNP Paribas es aún más grave, ya que es uno de los más activos en materia de compensación y su retirada del mercado provocaría turbulencias en Wall Street, además de suponer un serio enfriamiento entre París y Washington.
No obstante, no es seguro que la situación llegue tan lejos, puesto que a Benjamin Lawsky le gusta marcarse faroles. "Deja fluir los peores escenarios para debilitar a la parte contraria", explica un responsable del banca americano.
Fijación por los bancos
BNP Paribas no es la primera víctima de Lawsky. Su primera hazaña se remonta a 2012, justo después de su llegada a la cabeza del recién estrenado departamento de servicios financieros de Nueva York. Al ver que el departamento del Tesoro se apresuraba a enterrar diligencias contra Standard Chartered, él provocó un golpe de efecto, amenazando al banco con retirarle su licencia bancaria.
Sus declaraciones han caído como una bomba, "es algo que nunca se había hecho antes, ni siquiera se había contemplado", explica Bartlett Naylor, responsable del sector financiero para la ONG Public Citizen. El banco británico entró en pánico y se apresuró a pagar una multa de 350.000 millones de dólares -la suma más elevada jamás impuesta por un juez local para sancionar el blanqueo de capitales-.
Pero nada parece detener a Lawsky, incluso ha lanzado un doble golpe sancionando de paso al gabinete asesor que había ayudado a su cliente en el fraude. De este modo, se prohíbe a Deloitte llevar a cabo nuevas misiones con bancos y compañías de seguros neoyorquinas durante un periodo de un año.
"Benjamin Lawsky aporta lo que les falta a los demás reguladores, el celo", resume Bartlett Naylor. Un celo que él justifica por la obstinación de los banqueros por violar la ley. Cuando no es el blanqueo de capitales, es la evasión fiscal, y si no, la manipulación de los tipos de cambio. De hecho, desde hace veinte años, los bancos han salido airosos gracias a la firma de acuerdos millonarios que les han permitido saldar sus errores, eludiendo así las diligencias penales y evitando la acusación directa de sus directivos.
Aun así, su determinación le valió una gran victoria el mes pasado. El Ministerio de Justicia intentaba llegar a un acuerdo amistoso con el Credit Suisse hasta que Lawsky se interpuso. Intentó averiguar si los directivos del banco se habían aprovechado de millones de clientes norteamericanos mediante la evasión fiscal y, finalmente, convenció al resto de reguladores de esta teoría, de modo que Credit Suisse tuvo que declararse culpable.
Tras ello, el banco suizo lanzó sin intención un golpe terrible a BNP Paribas, dando a conocer que la "declaración de culpabilidad" no había provocado daños importantes en sus negocios, provocando que Lawsky fuera aún más lejos con el banco francés, amenazándolo con suspender algunas de sus actividades.