La trayectoria de la ministra Ana Mato al frente de la cartera de Sanidad es mucho más reconocida dentro del sector que fuera. Aún con varias decisiones polémicas y discutibles, sin duda la más criticada la del copago hospitalario, los agentes del sector sanitario han encontrado en Mato a alguien que al menos les escuchaba, algo que no ha pasado con algunos ministros anteriores. Aunque coinciden que no destaca en exceso por su conocimiento del sector, muchos de los recortes llevados a cabo por la ministra en esta legislatura partían de planteamientos que estaban en la agenda sanitaria desde hace años. Especialmente, ha sido destacada la intención de Mato de llegar a acuerdos con los profesionales sanitarios. Y, aunque en algunos casos, se ha tratado de documentos de mínimos, con apenas buenas palabras, hay que reconocerle a la ministra -y sus asesores- su buena sintonía con las tres profesiones principales del sector: médicos, enfermeros y farmacéuticos.
El último logro de Mato en este campo se produjo ayer. El Ministerio de Sanidad consiguió aprobar con las consejerías una de las demandas del colectivo médico desde hace años: ser reconocidos como autoridad pública. En el fondo de esta consideración, que se asemeja a la que han reivindicado también los profesores de enseñanza, está el tema cada vez menos tabú en la profesión de las agresiones a los profesionales sanitarios. Una vez que los médicos se han atrevido desde hace unos años a denunciar esta situación, el siguiente paso era poder sancionar más duramente este tipo de agresiones, cada vez más habituales.
En 2013 hubo una media de una agresión diaria a un médico en su centro de trabajo. A partir de ahora, según lo aprobado ayer, los profesionales sanitarios tendrán la "condición de autoridad en el ejercicio de sus funciones en los centros e instituciones públicas del Sistema Nacional de Salud". Esto les dará el reconocimiento de la presunción de veracidad en la declaración de los hechos. Mato acierta, aunque sea en detalles como éste.