Ya era noche cerrada cuando, la tarde del 5 de diciembre de 2012, el barco de contenedores Corvus J embistió al carguero Baltic Ace y lo envió al fondo del mar, matando a 11 de los 24 miembros de su tripulación.
Con él se fue al fondo la mercancía que transportaba: 1.400 coches de Mitsubishi que iban camino de Finlandia para, desde allí, ser colocados en el mercado ruso.
Justo cuando se cumple un año y medio del accidente, dos compañías holandesas especializadas en el rescate de barcos han comenzado hoy las operaciones para sacar los 540.000 litros de combustible que aún permanecen en el interior del pecio.
Una vez succionado el fuel, Boskalis y Mammoet Salvage procederán a sacar, uno a uno, los centenares de vehículos que guarda en su panza.
Sólo después de esta operación llegará el momento de dividir el barco, de 148 metros de eslora, en seis gigantescas piezas, que serán sacadas del mar del Norte por gigantescas gruas y enviadas al desguace.
El coste total de la operación, facilitada por el hecho de que el pecio descanse a sólo 11 metros de la superficie, se calcula en 67 millones de euros.
El rescate del Costa Concordia
