La Caixa está a punto de dejar de ser una caja de ahorros y convertirse en una fundación bancaria con unos activos valorados en 19.800 millones de euros. "No seremos sólo una fundación bancaria, sino que seremos la fundación bancaria más grande de Europa", aseguró ayer el vicepresidente del grupo, Juan María Nin. El objetivo de La Caixa es convertirse en un jugador importante dentro del nuevo mercado financiero europeo que surgirá tras el proceso de unión bancaria que ha iniciado Europa.
En ese nuevo panorama, "pensamos que habrá operaciones corporativas entre bancos europeos, pero lo que seguro que habrá será alianzas entre grupos para ofrecer servicios bancarios y productos en toda Europa y ahí nosotros queremos ser protagonistas", explicó Nin. Esta nueva apuesta supone una reorientación de la estrategia de internacionalización de La Caixa, que hasta ahora se había centrado en la compra de participaciones minoritarias en bancos como el chino Bank East of Asia (17,1 por ciento), el austriaco Erste Bank (9,1 por ciento), el mexicano Inbursa (9 por ciento), el portugués BPI (46,2)o el francés Boursorama (20,7). "En 2007 decidimos una estrategia de inversión que nos ha salido bien, pero ahora esperamos movimientos en Europa", señaló Nin. En 2013, el grupo ya vendió un 10 por ciento de Inbursa.
Esta reorientación quedará reflejada en el nuevo plan estratégico que La Caixa empezará a elaborar en julio de este año para empezar a aplicarlo a partir de enero de 2015. Lo único que parece decidido es que la marca comercial Caixa no saldrá del mercado español (exceptuando las oficinas de representación comercial y alguna sucursal que ya existe).
El nuevo plan estratégico de La Caixa partirá de la base real que establezcan las pruebas de resistencia bancaria (bank stress test) que se realizarán en Europa en otoño. El principal problema al que se enfrenta la entidad (y el resto de bancos españoles) es la valoración que se realice de la deuda pública, que hasta ahora no consumía capital y ahora si lo hará. Según el vicepresidente, "las normas de valoración todavía no están definidas", pero aseguró que en el caso de CaixaBank "la cartera de deuda pública tiene un vencimiento de 2,3 años, lo que nos sitúa mejor que otros bancos con carteras de deuda con vencimientos más prolongados".
Dividendo en efectivo
Por su parte, en la junta de accionistas del banco, su presidente, Isidor Fainé afirmó que la entidad está "en buena posición" de solvencia y liquidez, entre las mejores de Europa, para afrontar los nuevos test de estrés del Banco Central Europeo (BCE) antes de asumir el rol de supervisor único.
En la junta, Fainé también anunció que CaixaBank recuperará el pago de dividendos íntegramente en efectivo "lo antes posible" a partir de 2016. Según explicó en su discurso, el objetivo es "recuperar de manera progresiva la remuneración en efectivo", manteniendo el nivel de retribución anual en los 1.000 millones, lo que, dado que el número de acciones ha aumentado, supone un reparto de 18 céntimos por título, equivalente a un 4,1 por ciento de rentabilidad al precio actual.
Respecto a la coyuntura económica, Fainé definió 2014 como el "año de la recuperación". En el sector financiero, auguró "nuevas oportunidades de integración" en el mercado español y europeo en el ámbito de la Unión Bancaria, en lo que jugará un papel clave la batalla de los costes operativos.
Por otro lado, CaixaBank obtuvo un beneficio neto de 152 millones el primer trimestre, un 54,6 por ciento menos por menores extraordinarios, mientras que mejoraron todos los márgenes y se redujo la morosidad por primera vez desde el inicio de la crisis.