
La caída del consumo en la hostelería volvió a hundir el año pasado los ingresos de Diageo, el gigante de las bebidas espirituosas británico, dueño de marcas como J&B, Smirnoff, Cacique, Guiness, Tanqueray, Johnnie Walker o Bailey's, entre otras muchas. La facturación de la compañía se redujo un 17,8% al cierre del ejercicio fiscal, hasta 239 millones de euros, con lo que las ventas caen al nivel de 1993 y se reducen a menos de la mitad de las registradas en 2008, antes del inicio de la crisis económica.
La empresa admite en sus últimas cuenta anuales, remitidas al Registro Mercantil, que este descenso de las ventas "está en línea con las previsiones y tendencias del mercado de bebidas espirituosas". La compañía recuerda, en este mismo sentido, que "nuestro país está siendo uno de los más afectados por la recesión global y esto hace que el consumo haya seguido debilitándose en todas las categorías, debido a la pérdida de poder adqduisitivo del consumidor".
Lo peor además es que, lejos de mejorar, la situación se está deteriorando aún más a lo largo del presente ejercicio debido a la subida el pasado mes de julio de los impuestos especiales al alcohol.
En una entrevista con la revista digital elEconomista Alimentación, Bosco Torremocha, el director general de la Federación Española de Bebidas Espirituosas (Febe), admitía ya que tras la subida de la presión fiscal, las ventas de destilados en España se habían desplomado un 25 por ciento.
A pesar de todo, Diageo registró en 2013 un beneficio de explotación de 8,4 millones y conseguió reducir ligeramente sus números rojos, hasta 3,6 millones de euros, frente a los 4 millones que perdió un año antes.