
"Me siento engañada por mis hermanos y voy a presentar una demanda judicial contra ellos en Italia para reclamarles 250 millones de euros". Así de contundente se muestra Begoña Ruiz-Mateos, hija de José María Ruiz-Mateos, el fundador de Rumasa, enfrentada al resto de su familia en defensa de su padre. Es la parte proporcional que le correspondía del holding de la abeja que ellos habrían vaciado.
"Mis hermanos se han desentendido de todo, mientras que yo no tengo ni para pagar la calefacción, tengo mi casa embargada y no puedo ni abrir una cuenta corriente, ellos siguen haciendo negocios a través de testaferros, montando restaurantes y comprando bodegas, como Marqués de Campo Nuble", asegura en su lujosa de residencia de Somosaguas, muy cerca del hogar paterno.
"Vosotros podéis pensar que me quejo sin razón y que todo esto es mío, pero no tengo ni un céntimo. Está todo embargado", dice. Lo único que le sorprende a la hija de José María Ruiz-Mateos y Teresa Rivero es que sus hermanos, que se han desentendido de todos los problemas creados, hayan podido abrir unos once restaurantes como el Pecaditos, "sin tener, aparentemente, dinero". "Yo les pregunto y me dicen que sus amigos, como Joaquín Capell, les prestan el dinero. Me alucina", sentencia.
Pero, ¿por qué iniciar un proceso legal en Italia y no en España, sobre todo teniendo en cuenta que es en la Audiencia Nacional donde se está instruyendo la causa contra los Ruiz-Mateos?, le preguntamos. Y es entonces cuando su marido, el empresario italiano Antonio Biondini, no duda en intervenir. "No me fío ya de la justicia española", exclama.
Presunto desvío de dinero
"Los Ruiz-Mateos, los hermanos de mi mujer, vaciaron la caja de las empresas de Nueva Rumasa, expoliaron el grupo y se llevaron el dinero, dejando un agujero de más de 2.000 millones de euros. Da igual que el proceso se inicie aquí o en el extranjero dado el principio de justicia universal y hemos optado por ir mejor a Italia". Y es que ni Begoña Ruiz-Mateos ni su marido entienden porque el juez Ruz sigue permitiendo a sus familiares seguir en libertad, haciendo negocios, pese a los múltiples indicios de delito, las condenas y los autos de embargo de todo su patrimonio.
El pasado 17 de febrero se cumplieron tres años desde que José María Ruiz-Mateos solicitó el preconcurso de la mayor parte de las empresas de Nueva Rumasa, desde Clesa y Cacaolat, hasta Helados Royne, Elgorriaga, Dhul, Chocolates Trapa y todo el negocio hotelero. Algunas de las compañías que formaban el holding han conseguido salvar tras el proceso concursal, pero otras, como Clesa, que en dos años sumó una deuda de 1.000 millones de euros, han acabado desapareciendo. Un juez italiano condena a la familia Ruiz-Mateos a pagar un millón por Clesa.
Pasado ahora el tiempo, Begoña Ruiz-Mateos no duda en afirmar que "mi padre se equivocó al ceder la gestión a mis hermanos. Es cierto que él firmaba papeles y que tenía siempre la decisión final, pero confió ciegamente en sus hijos y fueron ellos los que orquestaron todo. Él no conocía las cuentas y mis hermanos le decían siempre que todo iba bien".
Su máxima obsesión en este momento es que su padre no pase a la historia económica de España como un estafador, como alguien ha robado y se ha quedado el dinero de los inversores. Pero para eso le queda el reto más difícil: intentar que sus hermanos asuman su responsabilidad. "No es fácil. Mi hermano Javier me ha llegado a decir que él no ha trabajado toda la vida para devolver ahora el dinero", dice indignada.
¿Y el dinero?
Pero, ¿dónde está el dinero? Durante los tres años que dura ya la instrucción del caso en la Audiencia, la Udef, la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales de la Policía, ha encontrado un complicado entramado societario extendido por numerosos paraísos fiscales, con sociedades y cuentas además en Holanda y Suiza. Biondini, el marido de Begoña, se apresura a contestar. "¡Está claro que se llevaron el dinero! Había 78 millones de euros en una cuenta en Suiza, que ahora está vacía. Lo que no entiendo es porque el juez Ruz no toma ninguna medida. Les ha embargado el patrimonio y sigue permitiéndoles hacer negocios", exclama indignado, levantándose nervioso de su asiento en busca de un cigarro. Los Ruiz-Mateos desafían a la Justicia con diez restaurantes en Madrid.
Pero la hija de José María Ruiz-Mateos le corrige de forma inmediata. "Nosotros no podemos decir eso Antonio. No tenemos ninguna prueba y yo no quiero decir nada que no se pueda probar. Eso es algo que deberá determinar el juez. Yo no se si ha llevado el dinero o lo han perdido, lo que sí que sí es que tienen que tratar por todos los medios de devolverlo. Esa debería ser su mayor preocupación".
Y es que, según relata una y otra vez, son sus hermanos lo que han orquestado la estafa: "Los pagarés está firmados por mis hermanos y éstos están desaparecidos. Han dejado a un señor de 83 años sólo". En este punto, también afea que su hermano Jose María, con el que apenas se habla, se haya cambiado su apellido Romate, el cuarto de su madre.
También le indigna que, pese a los impagos, cobraran 30.000 euros al mes y se repartieran dos bonus al año de 300.000 euros independientemente de los resultados empresariales. "Los chicos llevaban los negocios y a las chicas nos obligaron a apartarnos".