
Lleva semanas tocando el piano 12 horas al día, preparando el estreno de esta tarde. Hoy presenta en el Teatro Real de Madrid su último disco, Sonata Samurái, que incluye una pieza conmemorativa del Año dual España-Japón, que se celebra desde este mes. Mine Kawakami nació en Nagoya hace 43 años, pero a los 25 quedó prendada de España y ahora vive entre Kioto y Madrid. A pocos días del estreno, simpática y risueña, rompió su férrea rutina de ensayos para charlar con elEconomista.
¿Qué la trajo a España?
La primera vez que estuve aquí tenía 25 años. Di un concierto en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial y cuando oí aquellos sonidos (el viento que traía el aroma de la sierra, el eco de la propia música...) supe que era el sitio que había estado buscando.
¿Cómo surgió la colaboración para el Año España-Japón?
De forma casi natural, porque yo ya estaba pensando en componer una sonata que recogiese mi trayectoria [ha vivido en Japón, Alemania, Cuba y España]. Cuando me llamó el embajador de Japón y me preguntó si tenía alguna idea para celebrar el cuarto centenario de las relaciones entre ambos países, le dije: "¡Sí! Tengo la cabeza llena de música".
¿Está nerviosa por la actuación?
¡Nerviosísima! Es horrible [se ríe]. A veces me digo: "¿Por qué hago todo esto?". Pero para ser pianista hay que dar conciertos.
Vive de lo que gana con sus recitales. ¿Ser pianista es una ruina?
Una ruina total. Es una locura [sonríe]. Mis padres me aconsejan que dé clases, pero no me interesa estar rodeada de niños. Quiero romper con la idea de que no se puede vivir de esto. Pero no es fácil. Unos meses no trabajas nada, y otros, muchísimo.
¿En qué punto está la música clásica en España?
Los músicos españoles quieren regresar a la época en que cobraban mucho dinero, pero esos años no van a volver. La situación es muy complicada. Cuando quiero escuchar buena música voy al metro de Madrid; allí hay grandes profesionales. En Japón también es muy difícil encontrar patrocinadores, pero allí nos hemos centrado en organizar conciertos interesantes por los que la gente quiera pagar. En mi opinión, sin dinero [sin patrocinios] también puede haber cultura.
¿Se ha derrochado en la música clásica?
Un poco, porque siempre se ha hecho a lo grande. Los conciertos no tienen que celebrarse siempre en un auditorio; pueden tener lugar en un bosque y con un piano un poco menos afinado.
Dice que le fascina el flamenco. ¿Por qué gusta tanto este género a los japoneses?
Algunos estudios dicen que el flamenco nació en el norte de India, una zona que ha tenido mucha influencia sobre Japón. En la música nipona, como en el flamenco, el silencio es el gran protagonista.