Empresas y finanzas

Un robo con nocturnidad y alevosía

Hacienda permite un fraude masivo legalizado por parte de las multinacionales que trabajan en nuestro país.

Vivimos en un momento kafkiano. Por un lado, autonomías como la valenciana, la murciana o la catalana trasladan al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, la imposibilidad de alcanzar el déficit del 0,7 por ciento previsto para este año, pese a la subida generalizada de tasas y de impuestos. Por otro, Hacienda permite un fraude masivo legalizado por parte de las multinacionales que trabajan en nuestro país, mediante la elusión de impuestos delante de sus narices.

elEconomista denunció esta semana cómo Nestlé trasladó su tesorería a Luxemburgo para financiarse más barato, a la par que se deduce por esos créditos en España. Un caso sangrante es el de Microsoft. Una multinacional cuyo sistema operativo cultiva en régimen de monopolio en todos los mercados europeos, según la autoridad de Competencia encabezada por el comisario Joaquín Almunia, mientras disfruta de una fiscalidad ventajosa en Irlanda y se deduce impuestos en España.

Para que la maniobra pase desapercibida ante los ciudadanos y sufridos clientes españoles, su presidenta, María Garaña, recurre a una estratagema clásica, pero de baja índole moral: infla con concesiones de publicidad a los grandes grupos de prensa española a cambio de su silencio. El caso más llamativo son las informaciones publicadas por El País, perteneciente al grupo Prisa, sobre la elusión de impuestos de estas multinacionales en España. Microsoft jamás aparece mencionada. Otro paradigma ético es Expansión. En un amplio despliegue informativo sobre el tema, el diario salmón perteneciente al grupo Unedisa, editor también de El Mundo y Marca, escondió la multinacional de Bill Gates, que fue citada en el último lugar de una larga lista.

En paralelo, la presidenta de Microsoft patrocina múltiples jornadas y congresos, que permiten a su presidenta fotografiarse junto a las principales autoridades del país o recibir un sinfín de premios a su labor profesional y a las tareas de responsabilidad social corporativa.

Todo ello pese a que, con la excepción de Windows, donde apenas tiene competencia, Microsoft está en franco declive. El nuevo Windows 8 es un fracaso. Muchos de los clientes que lo prueban piden desinstalarlo para volver al sistema operativo anterior. El número de usuarios de su sistema de envío de correos electrónicos, Hotmail, está hundido, al igual que los del Messenger, que cayó en desuso y que ahora se intenta sustituir por Skype, adquirida a golpe de talonario.

Pero aquí no terminan sus fiascos. Acaba de estrenar su primera tableta interactiva con varios años de retraso sobre Apple o Samsung, y nace ya obsoleta. Garaña presume de que no tiene conexión 3G ni la va a incluir jamás. Como si España fuera el paraíso de la cobertura tipo wifi. Para colmo de males, la todopoderosa Samsung acaba de darle un sonoro no a la propuesta para que sus dispositivos incorporen los sistemas de Microsoft.

El imperio Gates no ofrece, sin embargo, signos de flaqueza, al igual que la malabarista presidenta de su filial hispana, gracias a que cuenta con una fiscalidad cercana a cero y que aprovecha el generoso sistema de deducciones. Por el contrario, sus competidores españoles, en su mayoría pymes innovadoras, se tambalean por falta de liquidez, la carestía del crédito y? la competencia desleal.

Las autoridades españolas alegan que necesitan un marco legislativo europeo para poder atajar estas prácticas que se mueven en el limbo de lo alegal, y que no pueden evitar que una empresa optimice su tributación. ¿Cómo resuelven este problema otros países? Con inspecciones tributarias y de trabajo masivas y profundas dirigidas a conseguir, mediante sanciones millonarias, las cantidades que las multinacionales eluden por vía impositiva. En Estados Unidos, uno de los países con menor fiscalidad, la mayoría alcanza acuerdos con las autoridades, en los que se cuantifica su aportación al margen de lo estipulado en el marco legislativo.

Las multinacionales prefieren pagar cantidades extra para completar su tributación a verse sometidas a importantes multas y al escrutinio permanente de la opinión pública norteamericana. Es la receta aplicada por Almunia a Microsoft.

En España, sin embargo, la inspección de Hacienda se lamenta de que no tiene siquiera recursos suficientes para seguir a cada una de las multinacionales con presencia en nuestro país. Hasta el punto de que reconoce que no pagar impuestos es "una práctica generalizada" entre este tipo de sociedades. Además, son firmas muy poderosas con gabinetes jurídicos y fiscales bien entrenados. Es como David contra Goliat. El Gobierno debería poner en marcha un plan para reforzar las inspecciones, en lugar de esperar a una solución europea mientras sigue machacando a los contribuyentes con impuestos y recortes continuos.

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