
Peter Breiter es un banquero inusual. Los grandes bonos, los instrumentos financieros complicados y las ofertas millonarias no van con él. Pero aún así, es capaz de mantener la actividad económica de Gammesfeld, un pueblo en el sur de Alemania de 500 habitantes.
¿Para qué usar un cajero automático?, señala Friedrich Feldmann, un cliente que visita el banco en el que trabaja Breiter una vez por semana para retirar efectivo.
La Raiffesen eG Gammesfeld es un banco cooperativo, uno de los diez más pequeños de Alemania por depósitos y el único que puede funcionar con sólo un empleado, recoge Reuters. Breiter es su consejero delegado.
Los bancos pequeños como éste dominan el paisaje bancario alemán. Ofrecen una gama limitada de cuentas y préstamos para los clientes de negocios personales y locales.
Mientras que su presencia se ha reducido notablemente, de los alrededor de 7.000 en la década de 1970 a los 1.100 de ahora, los bancos cooperativos como Raiffeisen Gammesfeld todavía ejercen una cierta competencia a las dos grandes entidades de Alemania: Deutsche Bank y Commerzbank.
El día a día de Breiter implica proporcionar a los habitantes de Gammesfeld dinero en efectivo para su actividad diaria y organizar pequeños préstamos para las empresas locales. Por no hablar de la limpieza del edificio de una planta que alberga el banco, que se encuentra a 200 metros de su propia puerta.
Breiter dejó su empleo en una entidad financiera de tamaño mayor, donde todo era "vender, vender y vender", en 2008 para desempeñar su empleo actual. Fue "la mejor decisión" de toda su vida, sentencia.