BERLÍN/FRÁNCFORT (Reuters) - Una noticia que reveló la amenaza de dimitir del presidente del Banco Central de Alemania, Jens Weidmann, aumentó la presión sobre el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, para que alivie su oposición a un plan para comprar bonos que no tenga tantas restricciones que lo haga ineficaz.
Un portavoz del Bundesbank declinó comentar una noticia publicada en el periódico de circulación masiva Bild que indicó que Weidmann, quien ha reiterado su oposición a la estrategia, ha valorado dimitir varias veces en las últimas semanas, pero que ha sido disuadido por el Gobierno alemán.
En Berlín, un portavoz del Gobierno dijo que la canciller Angela Merkel respalda a Weidmann, pero declinó comentar sobre la información, que deja al descubierto una profunda pugna dentro del BCE respecto al plan de compra de bonos que se está haciendo cada vez más pública.
Aumentando la presión para que el plan tenga condiciones vinculadas, el consejero alemán del BCE, Jörg Asmussen, dijo el jueves por la tarde que la entidad sólo debería comprar bonos soberanos si el Fondo Monetario Internacional (FMI) se implica en el establecimiento de programas de reformas económicas que deberían ser exigidos a cambio.
"La oposición de Weidmann y las reservas de algunos otros miembros del Consejo significan que las compras de bonos del BCE sería altamente condicionales, se centrarían en el corto plazo y no buscarían hacer caer los rendimientos tanto como a Italia y España les gustaría ver", dijo Holger Schmieding, economista de Berenberg Bank.
Draghi no asistirá a una reunión de banqueros centrales que tendrá lugar el fin de semana en Jackson Hole, Estados Unidos, para tratar de lograr un acuerdo. El italiano tendrá poco tiempo para celebrar su 65 cumpleaños el lunes mientras intenta sellar un acuerdo antes de una reunión de política del BCE el 6 de septiembre.
El BCE se prepara para aliviar los altos costes de endeudamiento de España e Italia, frente a la oposición del Bundesbank, y así brindar más tiempo a los gobiernos de la zona euro para superar los obstáculos legales y políticos a una respuesta a una respuesta a largo plazo para la crisis de la zona euro.
EN BUSCA DE UN EQUILIBRIO
La promesa de Draghi el pasado 26 de julio de hacer "lo que sea necesario" para salvar al euro fue la antesala de su plan. Pero asegurar un apoyo mayoritario con el que Weidmann pueda conformarse representa el mayor acto de equilibrio al que Draghi se ha enfrentado desde que asumió la presidencia del BCE el 1 de noviembre del año pasado.
Remarcando la variedad de opiniones entre consejeros del BCE, el miembro francés del consejo de la entidad Benoît Coeuré dijo el viernes que el banco haría todo lo posible dentro de su mandato para preservar la integridad del euro, una línea similar a la de Draghi a finales de julio.
El BCE estaba estudiando formas de intervenir en el mercado de bonos a corto plazo, teniendo en cuenta estrictas condiciones y que los países implicados acepten programas de ayuda con los fondos de rescate de la zona euro, sostuvo Coeuré.
El representante austríaco en el BCE, Ewald Nowotny, se refirió al tabú del BCE de financiar directamente a sus estados miembros y comentó que existe una diferencia entre comprar bonos directamente de gobiernos y adquirirlos en el mercado secundario para reducir los rendimientos.
Weidmann no puede detener el programa de Draghi y el italiano ha logrado aislarlo en algún grado al ganar el respaldo tácito de Merkel a su plan. Sin embargo, el jefe del banco central alemán aún podría minar el impacto del programa.
Los comentarios de Asmussen sobre una implicación del FMI en los planes para acompañar la intervención del BCE muestran que existe presión por parte de los consejeros del banco, además de Weidmann, para endurecer la condicionalidad del plan.
El FMI es notorio por fijar estrictas condiciones a la ayuda y Madrid probablemente tendría una mala opinión de esa noción.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha dicho que no va a pedir ayuda adicional a un plan de rescate de los bancos españoles por valor de hasta 100.000 millones de euros, hasta que la estrategia del BCE sea clara.
Pero con Cataluña pidiendo ayuda del Gobierno esta semana y la profundización de la recesión, cada vez se ve más probable alguna forma de ayuda externa.
Fuentes de la eurozona dijeron a Reuters la semana pasada que el Gobierno español está negociando las condiciones de la ayuda con las que rebajar sus costes de financiación, aunque aún no ha tomado una decisión final sobre pedir un rescate.
/Por Annika Breidthardt y Paul Carrel/