
La crisis económica impide que construcciones como el complejo de Canalejas, cerca de la Puerta del Sol, o la Casa de la Carnicería, en la Plaza Mayor, puedan ser aprovechados.
A pocos metros de la madrileña Glorieta Rubén Darío los galones de un edificio con solera se oxidan impenitentes. Es el Frontón de Beti Jai (Siempre fiesta en euskera), construido en 1894 y que ahora lucha por mantenerse en pie. De nada ha servido que en 1991 fuera declarado Monumento del Patrimonio Histórico de España. O que hace apenas un año se catalogara como Bien de Interés Cultural. Su estado es ruinoso. Tanto que incluso en la fachada del edificio se han tenido que instalar unas redes para evitar posibles desprendimientos. Pero no es el único edificio que se encuentra en esta situación... ¿Cuáles son la 'joyas' abandonadas de Madrid?
Sobre una parcela de 3.609 metros cuadrados y 10.800 metros cuadrados de construcción, este inmueble, propiedad de la empresa Aguirene, es uno de los muchos ejemplos de edificios singulares o localizados en zonas exclusivas de la capital para los que la crisis está negando una segunda oportunidad. Muchos son de titularidad pública pero otros, como es el caso del edificio España (Plaza de España), comprado por el Banco Santander a Metrovacesa en el año 2006 por 277 millones de euros, están en manos privadas. "Las dificultades para encontrar financiación hace que resulte muy complicado poder rehabilitar edificios de este tipo. Y no digamos venderlos. Además, su valoración en estos momentos es muy difícil de precisar. Si echamos un vistazo al edificio España, después de tanto tiempo fuera del mercado está algo descatalogado. Tiene una parte residencial y otra de oficinas y eso complica bastante la tasación", explica Miguel Setién, director de oficinas de Jones Lang Lasalle.
En la misma Plaza de España, a pocos metros de este rascacielos de 25 plantas y 117 metros de altura se levanta otro edificio de 11 pisos habitado hace años por Telefónica. Una construcción en estado de abandono donde ahora viven varias decenas de personas sin hogar. Ubicado en los números 2, 4 y 6 de la céntrica plaza, este edificio es propiedad de la inmobiliaria Monteverde, quien esperaba poder construir ahí un hotel si Madrid lograba convertirse en sede de los Juegos Olímpicos. Pero la suerte no estuvo de su lado y el inmueble espera ahora nuevos planes para su rehabilitación.
Pero estos dos ejemplos no son los únicos que se pueden encontrar en la Plaza de España. En el cruce con la calle Bailén está la antigua sede de la Real Compañía Asturiana de Minas, una construcción del siglo XIX que mantiene un muy buen estado de conservación de la fachada. De hecho, muy pocos viandantes llegan a darse cuenta de que el edificio está vacío. Sólo al entrar, algo que sucede de forma esporádica gracias a las exposiciones que de vez en cuando se celebran en el lugar, es posible apreciar los desperfectos causados por la inactividad y el paso del tiempo. En este caso, como en muchos otros, el propietario, Mutua Madrileña, espera la mejor oferta para venderlo. Aunque, a buen seguro, habrá que seguir esperando.
El complejo de Canalejas, muy cerca de la Puerta del Sol, en manos del Banco Santander, hace tiempo mientras aparece algún comprador dispuesto a darle un nuevo uso. "Este edificio suele estar en el mercado de forma recurrente pero las últimas cifras ofrecidas por él eran muy bajas y eso pone de relieve que no es el momento de sacarlo a la venta", apunta Setién. Ya en 2010 el banco encargó su venta junto a la de la Torre España, pero la imposibilidad de maximizar estas operaciones las dejó en standby.
De titularidad pública
Según un estudio realizado por el propio, Gobierno en Madrid hay edificios sin utilizar por valor de 500 millones de euros. Uno de los casos más sangrantes, sin duda, es el de los 14.000 metros cuadrados de inmueble que la vicepresidencia tiene en la calle Duque de Medinaceli. Una construcción situada justo detrás del Hotel Palace de Madrid que envejece a la misma velocidad a la que se desconcha su enorme fachada, desolada y gris.
Este gigante fue puesto como ejemplo por el Ejecutivo el pasado mes de febrero, cuando avanzó que se estaban estudiando los ahorros que se podrían generar empleando edificios de propiedad pública que actualmente están inutilizados. Según declaró entonces la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, el Estado gasta 100 millones de euros anuales por el alquiler de inmuebles en todo el país. Y ello pese a disponer de 50.000 propiedades repartidas por todo el territorio nacional, muchas de ellas casi en estado de abandono. Algo parecido sucede con el edificio situado en la Plaza del Marqués de Salamanca número 8, sede del antiguo Instituto Nacional de Industria (INI) primero y de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), después.
Con más de 40.000 metros cuadrados construidos, esta edificación es propiedad de la Dirección General de Patrimonio del Estado e iba a haber sido demolida en 2007 después de que tres años antes se detectase en su interior altos niveles de naftaleno, un producto muy tóxico empleado habitualmente para impermeabilizar los tejados. Sobre ese mismo terreno, no obstante, estaba proyectada la construcción de un nuevo bloque que serviría para dar cabida a un ministerio que nunca llegó a especificarse.
El Ayuntamiento de Madrid, por su parte, también tiene en propiedad varias construcciones icónicas cogiendo polvo y mugre. El más llamativo de todos es la Casa de la Carnicería, en plena Plaza Mayor, ocupado anteriormente por la Junta Municipal del Distrito Centro de Madrid. Datado en 1631, en 2008 los planes del Ayuntamiento de Madrid pasaban por crear allí un establecimiento hotelero, pero el proyecto quedó paralizado. El único paso dado en esta dirección desde entonces ha sido la aprobación hace tres o cuatro meses del Plan General de Ordenación Urbana por parte del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, de manera que se ha ampliado el régimen de usos en la parcela para permitir su transformación en un hotel.
Sin embargo, la transformación de este inmueble, declarado Bien de Interés Cultural, en un hotel aún se antoja lejana. De momento, el edificio se abre de vez en cuando para que los operarios lo utilicen de almacén en la organización de espectáculos al aire libre en la Plaza Mayor y todavía sigue siendo habitual encontrar mendigos durmiendo en el portal.
Una vieja gloria
En una situación similar se encuentra el Teatro de Fontalba, en plena Gran Vía y junto al conocido edificio de Telefónica. Servihabitat, filial de La Caixa y propietaria del edificio busca desde hace tiempo un comprador, pero la necesidad de ampliar sus usos, como sucedía con la Casa de la Carnicería, reduce el atractivo. A excepción de las plantas comerciales, donde se encuentra una famosa tienda de moda, el resto de plantas están totalmente vacías.
Hace poco más de un año se habló de la posibilidad de poner dos proyectos en marcha en este edificio. Por un lado, convertirlo en un hotel (parece que esta es siempre la opción más plausible) o, por el otro, reformarlo para hacer viviendas de lujo. Mientras llega ese momento el teatro, encumbrado con grandes estrenos durante los años 30 y 40, consume poco a poco el lustre con el que, orgulloso, lo inauguró su promotor, el marqués de Fontalba, en 1924. Un brillo que tampoco duró mucho, pues a mediados de los 50 todo su interior fue derruido para dar cabida al Banco Coca, que en la década de los 90 abandonó el inmueble.
Entre los edificios que destilan honorosas prosapias en Madrid se encuentran, no obstante, muchos más. Al albor de tiempos menos extemporáneos, todos esperan su momento para egresar, con aire conspicuo, del deletéreo ostracismo en el que se encuentran. Recuperando esa magnanimidad que nunca debieron perder pero que los tiempos se han empeñado en desabrir.