Empresas y finanzas

El sabor agridulce de la desaceleración y la escalada de precios

Patricia de Arce

Madrid, 13 dic (EFECOM).- El año 2007 deja un sabor agridulce en la economía española, que ha iniciado su anunciada desaceleración a pesar de seguir creciendo a un fuerte ritmo, mientras los ciudadanos afrontan con inquietud la escalada de precios que han provocado el petróleo y los alimentos.

Este año acaba también con una noticia buena para el Gobierno y menos buena para la oposición: el compromiso de uno de sus ministros más valorados, el titular de Economía y Hacienda y vicepresidente segundo, Pedro Solbes, de seguir en el cargo si el PSOE pasa la reválida de las urnas en marzo.

De ser así, Solbes seguirá dirigiendo una política económica que ha centrado buena parte del debate entre partidos, sobre todo desde agosto, cuando la crisis de las hipotecas "subprime" estadounidenses contagió a los mercados europeos.

El Gobierno ha insistido siempre en la necesidad de que la economía española retirase el pie del acelerador y avanzase hacia un crecimiento más equilibrado, con un menor peso de la construcción y del consumo y un mayor empuje del sector exterior y la inversión productiva, algo que ya está ocurriendo.

Sin embargo, el contexto en el que esta moderación se está produciendo, con los efectos de las turbulencias financieras aún por determinar, ha situado a la economía como uno de los temas estrella de la disputa política, especialmente en los ataques del PP al Ejecutivo.

El Gobierno, por su parte, ha acabado reconociendo que ahora son mayores los riesgos para España, y finalmente revisará a la baja su previsión de crecimiento para el 2008, que aún está en el 3,3 por ciento, por encima de las estimaciones de la mayoría de los organismos internacionales, como el FMI o la OCDE.

Esto no impedirá que 2007 acabe con un alto crecimiento -el Gobierno mantiene su previsión en el 3,8 por ciento-, muy por encima de sus socios europeos y más equilibrado que antes, aunque sigue decepcionando el escaso crecimiento de la productividad, estancado en el 0,8 por ciento.

Otra buena noticia es el saldo de las cuentas públicas, que cerrarán por cuarto año consecutivo con superávit, y el de este año puede ser incluso mejor que el de 2006 -del 1,8 por ciento del PIB- según vaticinó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

La coyuntura económica se ha visto también empañada por la escalada de los precios internacionales del petróleo y de algunos alimentos frescos como los cereales, que han disparado la inflación hasta el 4,1 por ciento -según el dato adelantado de noviembre-, su nivel más alto desde enero de 2006.

Lo más sangrante para los ciudadanos ha sido el encarecimiento de los alimentos básicos, sobre todo los elaborados, cuyos precios han subido de una forma que pocos ven justificada.

La Comisión Nacional de la Competencia, que nació este año con la reforma legislativa del sistema español, está investigando a los fabricantes de alimentación, pues sospecha que podrían haber incurrido en prácticas lesivas de la competencia subiendo sobremanera sus productos con la excusa de la coyuntura actual.

Lo cierto es que pocos niegan el alza del coste de la vida, incluido el endurecimiento del crédito, en un año en el que el Banco Central Europeo subió dos veces, en marzo y junio, los tipos de interés, aunque decidió mantenerlos en el 4 por ciento tras la crisis financiera.

Por otro lado, éste ha sido el primer año de aplicación de la reforma fiscal socialista, con la primera fase de la rebaja del Impuesto de Sociedades y las modificaciones en el IRPF, aunque los ciudadanos no la notarán hasta que hagan la declaración en 2008.

El Gobierno también tomó nuevas medidas fiscales, que supondrán 2.000 millones de euros menos de ingresos en las arcas del Estado, y entre las que se encuentra el cheque-bebé y las desgravaciones al alquiler, así como una nueva deflactación del IRPF.

Medidas que están incluidas en los Presupuestos de 2008, que aún tienen que pasar el examen final del Congreso tras haber sido devueltos por el Senado por segunda vez en la historia de la democracia, al prosperar un veto parcial de CiU.

Y es que la disputa política es cada vez mayor con la proximidad de las elecciones, como lo son los cruces de acusaciones entre Gobierno y partidos sobre el carácter electoralista de medidas y propuestas económicas.

El PP también se prepara para el examen de marzo, y su líder, Mariano Rajoy, se ha comprometido a una reforma fiscal que eximiría del pago del IRPF a todos los trabajadores que ganen menos de 16.000 euros anuales, un compromiso imposible de realizar según el PSOE.

PSOE y PP, además, prometieron este año que suprimirán el Impuesto sobre el Patrimonio, un compromiso más que criticado por las formaciones de izquierda y los sindicatos.

Mientras sigue la carrera electoral, 2007 será recordado como el año en el que la esperada desaceleración vino acompañada de una invitada sorpresa: la incertidumbre. EFECOM

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