Juan Palop
Tokio, 30 sep (EFECOM).- En el ocaso de la influencia reformista del ex primer ministro japonés Junichiro Koizumi, mañana comienza un largo proceso de diez años para privatizar el servicio postal nipón, su mayor y más polémico legado en el ámbito económico.
La medida transformará este enorme conglomerado público, que integra a la mayor caja de ahorros del mundo -con más de tres billones de dólares en activos- y cuenta con 25.000 oficinas y más de 260.000 empleados, en cuatro empresas con segmentos de negocio diferenciados y presentes en Bolsa.
Koizumi buscaba acabar con el ingente gasto que esta empresa pública ocasionaba a las arcas del Estado, mejorar su eficiencia y cortar los lazos que la ligaban a las autoridades locales, muchas veces de su propio partido, el Liberal Demócrata (PLD).
Considerada el buque insignia de la modernización administrativa japonesa emprendida por el carismático Junichiro Koizumi, la tramitación de este proyecto de ley causó serios problemas al Gobierno nipón y llegó a provocar una convocatoria de elecciones anticipada.
Los mayores quebraderos de cabeza para el Ejecutivo no provinieron de la oposición política, sino de las filas de su propia formación, ya que miembros de la "vieja guardia", el sector conservador del PLD, se opusieron frontalmente a la privatización del Japan Post.
Curiosamente, el proceso se inicia tres semanas después de la dimisión del sucesor de Koizumi, el también reformista Shinzo Abe, que con su salida del Ejecutivo y de la presidencia del gubernamental PLD ha permitido a los conservadores de la formación retomar el poder.
En el ámbito económico, algunos analistas han destacado que la privatización del servicio postal puede ser un revulsivo para el país, afectado por un crecimiento débil lastrado principalmente por el riesgo persistente de la deflación.
No obstante, también han apuntado los riesgos a los que se tendrán que enfrentar algunas de las empresas resultantes de la privatización, que tendrán que adaptarse a la fuerte competencia del sector financiero nipón sin el respaldo del Gobierno.
El presidente del Centro de Estudios de Políticas Públicas Internacionales, Naoki Tanaka, destacó hoy en un artículo en el rotativo económico Nikkei que tanto el banco como la aseguradora que saldrán de la privatización tendrán que ganarse a diario "la confianza del público y los políticos", ya sin el respaldo del Estado.
Además, servirá para reducir la deuda pública nipona, la mayor entre los países desarrollados, ya que el Japan Post es el mayor comprador de deuda pública del Estado, con cerca de 140 billones de yenes en bonos públicos (unos 1,22 billones de dólares).
En este sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó el pasado agosto de que la deuda pública de Japón continúa "inquietantemente alta", pues equivale ya al 80 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB) y "sigue aumentando".
La consecución del sueño de Junichiro Koizumi, que concibió en 1992 cuando era ministro de Correos y Telecomunicaciones, llegó el 14 de octubre de 2005, cuando el Senado aprobó la ley para privatizar el Japan Post, tres días después de haber sido sancionada por el Parlamento.
Se trataba de la segunda ocasión en la que el proyecto de ley era llevado al legislativo nipón ya que en la primera ocasión, en agosto de 2005, el Senado había rechazado la reforma.
Este revés llevó a Koizumi a disolver el Parlamento y convocar las elecciones para el mes siguiente, ligando su reelección a la privatización del servicio postal nipón.
El entonces primer ministro, que contaba con una gran popularidad, salió reforzado de estos comicios convertidos en una suerte de plebiscito y obtuvo la mayoría absoluta en la Cámara Baja, lo que le sirvió además para purgar a sus detractores dentro del PLD.
Días después, el Gobierno presentó el nuevo proyecto de ley sobre el Japan Post, que en octubre de 2005 obtuvo la aprobación de ambas cámaras. EFECOM
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