José Álvarez Díaz
Shanghai, 28 sep (EFECOM).- En plena ebullición transformadora desde hace dos décadas, China se ha convertido en el mayor mercado inmobiliario del mundo, que mientras construye 2.000 millones de metros cuadrados nuevos al año, se está dejando en el esfuerzo el 45 por ciento de toda la energía que consume.
El gasto se va en la fabricación y transporte de materiales de construcción, en hacer nuevos edificios y, sobre todo, en calentar y enfriar esas estructuras, así como en su mantenimiento, y el problema ha llegado hasta el punto de que China ha empezado a mirar a Europa para aprender de sus experiencias, malas y buenas.
De seguir a este ritmo de construcción y consumo, se estima que hacia 2020 será casi imposible que el país pueda obtener suficiente energía siquiera para mantener operativas todas sus infraestructuras, por lo que el Gobierno ya admite casi su desesperación por ahorrar energía.
"Las empresas constructoras chinas nunca han tenido en cuenta, hasta ahora, la necesidad de hacer edificios con eficiencia energética", reconoció a Efe Zhang Yuanduan, director general del Ministerio de la Construcción chino.
Zhang señaló que su país tendrá que aplicar tecnologías de ahorro energético en sus nuevos edificios, así como empezar a readaptar los ya construidos para reducir su consumo.
Según su ministerio, instalar tecnologías de ahorro energético en los edificios existentes supone un negocio potencial de al menos 200.000 millones de dólares (140.000 millones de euros), aunque podría ahorrar a China, cada año, cuatro veces la producción de energía de la presa de las Tres Gargantas.
Para China supone un ahorro de 80.000 millones de dólares (56.000 millones de euros) en carbón quemado en sus contaminantes centrales térmicas, pero para Europa representa enormes oportunidades de negocio, sobre todo entre los más avanzados en el sector: Suiza, Alemania, Austria y Dinamarca.
El primer Foro Euro-Chino de Edificios con Eficiencia Energética concluyó hoy en Shanghai, en un momento "histórico" porque "reúne por primera vez a los tres actores necesarios si de verdad se quiere cambiar algo: políticos, empresarios y científicos", dijo su organizador, Andrea Benazzo.
"La aplicación de tecnologías para la eficiencia energética en China aún está en un estado prehistórico", aseguró Benazzo, impulsor del foro junto a un centro tecnológico del Ministerio de la Construcción.
Benazzo dijo que el país es un "terreno completamente virgen" en ese sector, que ahora empieza a descubrir que en Europa se hacen edificios que ahorran entre un 60 y un 80 de energía.
"Cuando las oportunidades de negocio y la voluntad del gobierno coinciden, las cosas se pueden mover muy rápido", aseguró, convencido de estar haciendo "lo correcto en el momento y lugar adecuados".
Con todo, "lo que necesitamos es aplicar tecnologías de ahorro de energía que sean baratas, sencillas y útiles", advirtió Zhang.
Los salarios de los chinos son bajos y no se puede encarecer demasiado la construcción de viviendas, explicó, a pesar de los serios apuros energéticos que sufren metrópolis como Shanghai o Pekín, sobre todo en verano, cuando millones de aparatos de aire acondicionado las dejan cerca del colapso energético.
Al foro acudieron desde pymes a gigantes como Siemens, pero las tecnologías más avanzadas y caras China sólo las quiere para sus "edificios no residenciales" y para mejorar sus propias soluciones con "características chinas", señaló Zhang, aunque deseó que los europeos fabriquen en el país sus productos de ahorro energético.
Para el experto suizo Claude-Alain Roulet, profesor del Instituto Tecnológico de Lausana y asesor de la Comisión Europea de Normalización (CEN), es importante que China, "la quinta parte del planeta", evite los errores de Europa y construya "bien desde el principio".
"Un edificio dura mucho tiempo, y lo que se construye mal hoy, dentro de veinte años, cuando el petróleo sea mucho más caro y tampoco se atrevan a quemar mucho más carbón, por la contaminación, será un edificio que sufrirá crisis energéticas muy graves", advirtió. EFECOM
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