TÚNEZ (Reuters) - Una ola de ira popular en las calles por la represión policial y la pobreza acabó el viernes con los 23 años de gobierno del presidente tunecino Zine al Abidine Ben Ali, enviando un escalofrío a los impopulares gobiernos autoritarios del mundo árabe.
Ben Ali dejó el poder y parecía que había huido del país. Su paradero exacto no está claro.
El primer ministro de Ben Ali dijo a los tunecinos que asumía la presidencia tunecina hasta la celebración de elecciones anticipadas. Las calles de Túnez permanecían en calma bajo una intensa seguridad, pero algunos analistas cuestionaron si el cambio de cara en la presidencia satisfaría a los manifestantes.
Después de que los disturbios se extendieran desde ciudades provinciales a la capital, causando decenas de muertos y dando problemas a las fuerzas de seguridad para contener las manifestaciones de jóvenes enfurecidos, el Gobierno declaró el estado de excepción e impuso un toque de queda desde el anochecer hasta el amanecer.
La violencia y el rápido giro de los acontecimientos se sintió en todo el mundo árabe, donde mandatarios autoritarios similares están muy enraizados, pero afrontan la presión creciente de la población joven, las dificultades económicas y la atracción del islamismo.
Estados Unidos encabezó los llamamientos internacionales a la calma y que el pueblo de Túnez pueda elegir libremente a sus líderes. Pero las potencias occidentales han ignorado desde hace tiempo a los gobernantes en la región, que aportan un bastión contra los radicales islamistas.
El presidente francés Nicolas Sarkozy dijo: "Solo el diálogo puede aportar una solución democrática y duradera en la actual crisis.
Una fuente policial en Francia dijo que la policía había recibido órdenes de que esperara la llegada de Ben Ali en un aeropuerto cercano a París a última hora del viernes pero el ministro de Exteriores no confirmó este dato.
El diario Le Monde informó que un avión procedente de Túnez llegó al aeropuerto de Le Bourget a las afueras de París a las 1830 GMT y en él viajaban la hija y nieta del presidente tunecino.
Las cadenas de televisión árabe Al Yazira y Al Arabiya informaron de que el presidente se dirigía al Golfo Pérsico.
El viernes pudieron escucharse disparos ocasionales en Túnez, pero no había pruebas de nuevas protestas tras el anuncio del primer ministro Mohamed Ghannouchi de que asumía la presidencia hasta la celebración de elecciones.
Algunos tunecinos no estaban satisfechos con este cambio. Fadhel Bel Taher, hermano de un hombre que murió en las protestas, dijo a la cadena de televisión Al Yazira que las protestas se reanudarían pronto. "Mañana estaremos de vuelta en las calles, en la plaza de los mártires, para continuar con esta desobediencia civil hasta (...) que el régimen se haya ido". dijo.
No obstante, otros estaban más contentos. En la ciudad de Menzel Bouzaiane, al sur de Túnez, unas 5.000 personas se concentraron en las calles para celebrar la aparente salida de Ben Ali, dijo Mohamed Fadhel un activista de un sindicato local a Reuters.
Varios países, como Reino Unido y Estados Unidos, han aconsejado a sus ciudadanos que no viajen a Túnez, poniendo en peligro el turismo, alma económica del país. El operador de vacaciones Thomas Cook dijo el viernes que estaba evacuando a casi 4.000 turistas alemanes, británicos e irlandeses.
LLAMAMIENTO A LA UNIDAD
No estaba claro hasta qué punto los que rodean a Ben Ali, el segundo presidente que ha tenido Túnez desde que se independizó de Francia, estaban dispuestos a ceder el poder a grupos opositores.
"Puesto que el presidente temporalmente no es capaz de ejercer su labor, se ha decidido que el primer ministro ejercerá temporalmente su labor", dijo Ghannouchi.
"Pido a los hijos e hijas de Túnez, de todas las creencias políticas e intelectuales, que se unan para que nuestro amado país supere este difícil periodo y regrese a la estabilidad".
La última ola de descontento surgió cuando la policía impidió que un universitario en paro vendiera fruta sin licencia y éste se quemó a lo bonzo, muriendo poco después a causa de las quemaduras.
En el poder desde 1987, Ben Ali había declarado el estado de excepción y advertido a los manifestantes que había dado a la policía la orden de disparar, en una confrontación cada vez más violenta. También había cesado el Gobierno y convocado elecciones parlamentarias anticipadas.
Conforme la violencia empeoraba, la policía lanzó gases lacrimógenos y disparó para intentar dispersar a una multitud en el centro de Túnez, que solicitaba la inmediata dimisión del veterano mandatario. No estaban satisfechos con la promesa que realizó el jueves de dejar el poder en 2014, cuando expirara su actual legislatura.
Dos fuentes médicas y testigos dijeron el viernes que 12 personas murieron en enfrentamientos durante la noche en Túnez capital y en la ciudad de Ras Jebel, en el norte del país.
Antes de que se conocieran estas muertes, la cifra oficial de fallecidos durante la violencia era de 23 personas, pero la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), con sede en París, dijo que tenía los nombres de 66 fallecidos.
Después de que la policía lanzase gases lacrimógenos y utilizase sus porras, una multitud de jóvenes se retiraron un poco del edificio y comenzaron a lanzar piedras a los agentes, que respondieron con más granadas de gases lacrimógenos. Algunos periodistas escucharon disparos en las inmediaciones.
Para los manifestantes, la promesa de Ben Ali de dimitir y bajar los precios de los alimentos esenciales no era suficiente. "No queremos pan u otra cosa, queremos que se marche", coreaban. "Después comeremos lo que tengamos".
Un fotógrafo de Reuters vio saqueos en dos grandes supermercados en el suburbio de Enkhilet, a unos 10 km de la capital. También dijo que habían prendido fuego a una comisaría de policía.
Casi en cada manzana de los suburbios de Túnez, había gente en las calles con bates de beisbol para proteger sus coches y casas de los saqueadores, dijo un reportero de Reuters.
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