Marta Berard
El Cairo, 29 ago (EFECOM).- El brillo del legendario algodón egipcio, sinónimo de calidad y exquisitez, se apaga lentamente en una crisis que los intentos de reforma del Gobierno egipcio no logran mitigar.
Aunque mantiene su aureola de calidad, detrás de la que un día fuera una de las industrias más florecientes del país, se esconde un sector en decadencia que necesita una remodelación para ser competitivo en el mercado internacional.
"La industria del hilado del algodón se ha deteriorado paulatinamente por las políticas del Gobierno", aseguró a Efe Mohamed Kassem, presidente de la empresa de ropa World Trading.
En opinión de Kassem, el proceso de liberalización del algodón en Egipto diseñado con el objetivo de reconvertir el sector, modernizarlo e incrementar su competitividad no se está desarrollando en profundidad.
"Quedan muchas medidas importantes por tomar. No veo claras las intenciones y los planes que el gobierno tiene para el sector", afirma.
Según él, las medidas de privatización adoptadas han sido "tímidas e insuficientes".
El proceso de liberalización del sector algodonero se inició a principios de la década de los noventa dentro del proceso de reformas económicas que Egipto puso en marcha con el objetivo de transformar al país en una economía de mercado.
Desde entonces, el proceso avanza a trancas y barrancas y los cambios sólo han llegado a la fase de producción, donde se ha acabado con el control de los cultivos.
Antiguamente, los agricultores estaban obligados a dedicar una parte de sus tierras a la plantación del algodón, pero con la liberalización pueden escoger cualquier otro producto.
Los telares que convierten las efímeras fibras de algodón en tejidos consistentes siguen estando en manos del Estado entre un 70 por ciento y un 80 por ciento y además la maquinaria utilizada es "pobre, está obsoleta y no hay suficiente inversión", añade Kassem.
Pero no son sólo los operadores privados los críticos con el proceso.
"El Gobierno tiene que dejar más espacio al sector privado. Este sector está muy afectado por el peso de la administración pública", según el economista Fakry el Din el Finky.
A los problemas estructurales del sector se suma el hecho de que Egipto sólo produce fibras extra largas y largas de algodón que, aunque están consideradas las mejores, sólo suponen el 4 por ciento de la demanda mundial.
Debido a esto, Egipto se ve obligado a importar fibra media -la más consumida y más utilizada por la industria manufacturera- para abastecer la demanda interna.
Por su parte, el consultor Sayed Dahmush señala la escasa productividad como otro de los problemas.
"Mientras la productividad del campo crece a escala mundial, en Egipto está estancada. Australia comenzó a producir hace 20 años y ahora es uno de los mejores proveedores mundiales", afirma.
Una de las causas apuntadas por el experto es la escasa inversión en I+D.
"No hay una buena investigación aplicada al algodón y sería vital para garantizar la calidad y la productividad. El 95 por ciento del algodón que produce EEUU, que es el principal productor mundial, está modificado genéticamente. En Egipto, el 0 por ciento", añade Dahmush.
Pero al final, lo que realmente preocupa a los expertos son las personas que viven de este sector.
"La industria local atraviesa graves problemas, pero lo que importa son los trabajadores. El interés nacional por solucionar esta crisis está en la conservación de los puestos de trabajo", agrega Dahmush.
Por su parte, Finky asegura que el gran reto del Gobierno es salir con éxito "de la encrucijada de la liberalización del sector sin perjudicar a los trabajadores".
Pero, de momento nadie encuentra la varita mágica que resuelva tan difícil ecuación.
"He dedicado toda mi vida al algodón. Crecí en el algodón y la situación actual es muy triste, pero yo no tengo la respuesta sobre lo que se debe hacer. Ojalá la tuviera", dice Dahmush. EFECOM
mb-jfu/er/mdo