Telefónica esperará a que Portugal Telecom (PT) llame ahora a su puerta para volver a negociar la compra del operador brasileño Vivo. Y eso puede ocurrir muy pronto, posiblemente antes de finales de julio. El grupo que preside César Alierta tiene motivos para confiar en un desenlace de este tipo, ya que la compañía portuguesa desveló parte de sus cartas durante la madrugada del pasado sábado. Telefónica opta por romper su alianza con Portugal Telecom en Brasilcel.
Minutos después de haber expirado el plazo de la oferta de Telefónica por Vivo, fijado para la medianoche del viernes al sábado, las negociaciones entre los operadores ibéricos continuaban a un ritmo frenético. Así, el fax de César Alierta, presidente de Telefónica, recibió una misiva del consejo de PT en el que se solicitaba aplazar otros 12 días la validez de la oferta, exactamente hasta el próximo 28 de julio.
La última propuesta de Telefónica, como ya era conocido, consistía en el pago de 7.150 millones de euros por el 50 por ciento de PT en el capital de Brasilcel. Dicha sociedad instrumental, participada a partes iguales por ambos socios ibéricos, es propietaria de las acciones representativas del 60% de Vivo, principal operador de telefonía móvil de Brasil.
PT necesitaba ganar tiempo
Según ha podido saber elEconomista de fuentes conocedoras de la operación, una vez que PT daba por suyo el dinero de Telefónica, necesitaba imperiosamente "ganar tiempo" para asegurarse la entrada en el capital de Oi, cuarto operador de móviles de Brasil y filial de la empresa semipública Brasil Telecom.
Las negociaciones entre PT y Oi estaban muy avanzadas hasta el pasado sábado, prácticamente apalabradas, pero todavía no tanto como para que PT se atreviera a vender su tesoro sin la completa certeza de adquirir otro en el mismo país y casi al mismo tiempo. En términos laborales, es como el trabajador que se resiste a firmar un finiquito hasta no tener en sus manos un precontrato con su nuevo destino.
La palabra de Lula da Silva, presidente de Brasil, debe valer mucho, pero no tanto como para que José Sócrates, primer ministro luso, se arriesgue durante varios días con semejante entuerto. De hecho, la última ronda de negocia- ciones por Vivo fueron a tres bandas: Telefónica, PT y el Gobierno luso. Y éste último era el que tenía la sartén por el mango, pero sólo hasta que Telefónica se cansó de la situación y cumplió su ultimátum retirando la oferta.
Nuevo capítulo
A partir de ahora se abre un nuevo capítulo, en el que Telefónica confía en adquirir Vivo en el momento en el que PT necesite el dinero para poder entrar en el capital de Oi. Conviene recordar que el grupo luso no tiene suficientes recursos, ni crédito financiero, para entrar por sus medios en Oi.
No es casual la fecha del 28 de julio, contraofertada por PT a Telefónica. A finales de este mes, el precio por Vivo podría ser otro, aunque Telefónica podría eludir los regateos a la baja con tal de cerrar la operación de una vez por todas. Los expertos consultados apuntan que las heridas abiertas por ambas compañías dejarán unas cicatrices tan profundas con las que resultará muy difícil la convivencia. Por eso, Telefónica y PT medirán sus fuerzas, sin que la española se quede con los brazos cruzados.
De esa forma, y para no faltar a algunas de sus advertencias, el grupo español podría disolver la joint venture en Brasilcel a través de la Corte de Arbitraje de la Haya, donde se ubica la sede de sociedad. Sería como un divorcio empresarial. En ese supuesto, el contencioso se prolongaría durante meses, con perjuicio para las partes interesadas: para Telefónica, porque está impaciente por fusionar Vivo y Telesp y así poner cuanto antes la máquina de las sinergias en marcha; y para los accionistas de PT, porque litigarían por Vivo tras perder los ingresos que rozaban con los dedos.
Telefónica también podría considerar el bloqueo del dividendo de Brasilcel. De aplicarse esa amenaza (lanzada en junio por Santiago Fernández-Valbuena, jefe financiero de Telefónica), el asunto sería pasto de tribunales. Pero mientras el litigio estuviera pendiente de un laudo, PT se quedaría sin la mitad de sus ingresos, con la asfixia financiera que eso supone.
También está completamente descartado que Telefónica pueda adquirir en el mercado el 40% de Brasilcel que cotiza en bolsa, ya que así lo prohíbe el pacto acordado por ambos socios.
Previsible varapalo en bolsa
Los analistas consideran que el desaliento minará las fuerzas en el bando de PT. Los títulos del grupo luso están abocados a sufrir hoy en bolsa los efectos colaterales de haber dejado escapar el dineral ofrecido por Telefónica.
El varapalo bursátil no será el único disgusto de PT. Las disensiones internas en el seno del consejo de la operadora portuguesa aflorarán, como ya sucedió el pasado sábado. Algunos accionistas calificaron de "desgracia" o "desastre", la ruptura de las negociaciones entre los operadores. Eso lo dijo Joe Berardo, titular del 2% de la teleco. Al Banco Espirito Santo (BES), principal accionista de PT con el 7,99% del capital, también le costará morderse de la lengua ante la oportunidad perdida.
El pasado viernes, el consejero delegado del BES, Ricardo Salgado, ya propuso a PT que aceptara la oferta de Telefónica para "emplear los ingresos obtenidos por la posible venta para establecer nuevas asociaciones con grupos brasileños".
Sócrates bloqueó el acuerdo
Telefónica se ha encontrado al final con un obstáculo imposible de lidiar en la puja por Vivo: José Sócrates. El líder del ejecutivo luso ya vetó la desinversión en Brasil a través de la acción de oro sobre PT en la junta del pasado 30 de junio, en contra de los intereses de casi el 74% de los accionistas. Dos semanas después, Sócrates laminó cualquier posibilidad de acuerdo entre PT y Telefónica, por mucho interés que en ello manifestaran las propias compañías.
Sócrates también obvió la decisión del Tribunal Europeo de Justicia, que consideró ilegal el uso de los derechos especiales sobre suelo europeo, salvo en casos absolutamente extremos, que no eran lo que afectan a la filial brasileña de PT.