
En 1993 a Jordi Rubio la inspiración le pilló trabajando como director comercial de una empresa de pintura. Su encuentro casual con el incipiente universo del graffiti lo iluminó y dio pie a lo que hoy es Montana Colors, la productora de los considerados mejores sprays del mundo.
Montana Colors es hoy una próspera empresa barcelonesa que 'arma' a los escritores de muros de más de 30 países y factura 15 millones de euros al año, el 70% de los cuales proviene de exportaciones.
Tras 16 años de trabajo, su fundador, Jordi Rubio, cree que el secreto de su éxito radica en "haber llegado antes que nadie a este mercado. No soy ningún crack. Cuando creamos Montana existía el graffiti y existían los aerosoles de pintura, sólo que a nadie se le había ocurrido unir ambos mundos. Por aquel entonces tenía 25 años y no había muchos directivos jóvenes dedicados a la pintura, supongo que por eso fui yo quien me fijé en las posibilidades del graffiti. Fui la persona indicada en el momento indicado".
Rubio vio desde un primer momento que en el graffiti había nicho de negocio. Lo tuvo tan claro que, tras rechazar Fenton, la empresa de pintura para la que trabajaba, la idea que les propuso de crear productos específicos para graffiteros, convenció a un compañero de trabajo, Miquel Galea, para lanzarse por su cuenta y riesgo a la aventura empresarial.
Como director comercial de Fenton había detectado que una pequeña tienda a la que servían material presentaba un volumen de venta de aerosoles de pintura inusualmente alto. La tienda en cuestión estaba regentada por Moockie y Kapi, dos graffiteros que tenían por clientes a buena parte de sus compañeros 'writers' que actuaban en Barcelona.
Una apuesta valiente
Mientras otros fabricantes de aerosoles consideraban el graffiti como vandalismo y no lo creían rentable, Rubio se dedicó a preguntar y a escuchar las necesidades de quienes pronto convertirían esta afición a la pintura en espacios públicos en todo un fenómeno social.
"El objetivo era claro", indican desde Montana Colors, "producir un spray especifico para las exigencias de los escritores de graffiti, con una calidad excelente, una buena gama de colores -hoy ofrecen más de 200- y, sobre todo, un coste muy ajustado".
De los conocimientos técnicos de Rubio y Galea y la experiencia de Moockie y Kapi surgió el primer bote Montana, un envase de 200 ml en 60 colores. "Las características eran aquellas que cualquier escritor había siempre soñado, trazos limpios, buena presión, una excelente cubrición y un precio muy asequible".
Éxito internacional
Su éxito fue inmediato y ya en 1994 "graffiteros de Francia, Alemania, Suiza, Italia acudían a Barcelona sólo para llenar de latas sus furgonetas y llevar Montana a sus países". Game Over, primera tienda que hubo la Ciudad Condal especializada en graffiti y con Moocki y Kapi al frente, se convirtió en un algo así como un lugar de peregrinación.
Dos años más tarde, con la invención y aplicación a los botes de una nueva válvula "inimitable en cuanto a rapidez y cubrición" Montana dio el giro de tuerca defitinivo. Apareció así la gama "Montana Hardcore", todo un referente, y el producto comenzó a exportarse.
Espinas en el camino
En el año 2000 Montana Colors rechazó una oferta de compra por parte de la multinacional alemana Dupli-Colors que, según la empresa catalana, "comenzó una campaña de desprestigio de la firma". El enfrentamiento acabó en los tribunales -donde aún continúa-, ya que la empresa alemana también comercializa aerosoles con la denominación Montana, aunque con el 'apellido' Cans. Por esta razón, los productos de la original, la española, llevan también impresa la abreviatura 'MTN'.
Como por caballo ganador todo el mundo apuesta, la mayoría de las grandes multinacionales dedicadas a fabricar pinturas de aerosoles para coches se han querido introducir en los últimos años en el mercado del graffiti. Sin embargo, Montana Colors es, por el momento, imbatible.
Sólo los problemas jurídicos, junto a un incendio que calcinó por completo en 2002 la fábrica de la compañía estuvo a punto de hacer desaparecer la firma, que resurgió de las cenizas y hoy en día continúa fiel a la producción manual y exclusiva de productos para graffiteros -"por razones de calidad"- y fabricando en Barcelona, concretamente en la localidad de Sant Vicenç de Castellet.
Presente y futuro
Montana cuenta con una docena de tiendas oficiales Montana Shop & Gallery en otras tantas ciudades de Europa y América -dos en propiedad y el resto en régimen de franquicias-. Una de las últimas en abrir ha sido la de Madrid, en junio, y la próxima será en Toronto, Canadá.
Desde la empresa indican que no sólo se dedican al mercado generado por el graffiti, sino que se sienten "parte de este movimiento ya que hemos crecido con él".
Mientras litigian por recuperar la exclusiva del nombre 'Montana', Rubio se muestra optimista de cara al futuro, aunque reconoce que "la competencia ha aumentado mucho y su ritmo de crecimiento, si bien es constante, se ha reducido drásticamente". Apunta que los mercados avanzan a medida que el fenómeno graffiti arraiga en una ciudad, cosa que ocurre cuando ésta "genera desarrollo y riqueza".
A largo plazo, le preocupan las bajas tasas de natalidad que se vienen registrando en el primer mundo. "Puesto que el graffiti es un movimiento asociado a la juventud, éste se verá afectado por la reducción del número de nacimientos, es una cuestión de estadística, y eso nos puede acabar pasando factura", concluye.