
Al tiempo que suben los precios del petróleo y el gas natural, empresas ecológicas como Oceana Energy o Verdant Power LLC han fijado sus esfuerzos en la energía oceánica y están a la espera de poder hincarle el diente a un negocio que podría generar -en un futuro- un suministro infinito de energía no contaminante.
Desde 2005, la Comisión Federal Reguladora de Energía de Estados Unidos ha otorgado a Oceana, Verdant y otras seis compañías el derecho exclusivo de estudiar el océano desde 22 puntos, desde el East River de Nueva York hasta el Icy Pasaje de Alaska. Pero sólo si éstas encuentran la manera de rentabilizar dichos proyectos se otorgarán las primeras licencias federales de explotación de este tipo de energía.
Oceana ha solicitado 13 permisos de estudio pero necesita como agua de mayo subvenciones públicas para continuar con el proyecto. Mientras, Verdant, su rival más directo -una empresa de 20 empleados controlada por el multimillonario Paul Tudor James, que ha invertido 15 millones en la compañía- ya tiene colocadas seis turbinas subacuáticas en la bahía de Nueva York aunque, de momento, no le han generado beneficios.
¿La energía del futuro?
Hasta el momento, los planes de los promotores de la energía oceánica rebasan por mucho su capacidad de actuación. El cofundador de Verdant Power, William "Trey" Taylor, confía en poder garantizar, en un futuro, el suministro de electricidad de 8.000 viviendas de Nueva York, desalinizar el agua y obtener, incluso, hidrógeno del agua para suministrar combustible para los automóviles ecológicos.