Juan Carlos Zambrana
La Paz, 29 abr (EFECOM).- Las tres nacionalizaciones petroleras de Bolivia, la última decretada hace un año por el presidente Evo Morales, se parecen en que fueron dictadas por alianzas de militares y sectores de izquierda, y se diferencian en que las dos primeras fueron más rudas con las empresas extranjeras.
En las de 1937 y 1969 anularon las licencias de operación de compañías extranjeras sendos militares que llegaron al poder por la vía del golpe, pero que tenían respaldo popular.
En 1937 dictó la nacionalización el general Germán Busch Becerra, héroe de la guerra del Chaco con Paraguay, y en 1969 lo hizo el también general Alfredo Ovando Candia, que derrocó a un mandatario constitucional.
La tercera cumple un año el próximo martes, 1 de mayo, y la ejecutó un civil de origen indígena que ganó en 2005 unas elecciones democráticas, pero lanzó la medida con el apoyo manifiesto de los militares bolivianos.
Morales anunció la medida rodeado por tropas que ocuparon un campo de gas que opera en el sur del país la brasileña Petrobras, en el que también tienen intereses la hispano-argentina Repsol YPF y la franco-belga TotalFinaElf.
En 1937 Busch no pagó indemnización a la petrolera estadounidense Standard Oil, a la que expulsó y acusó de estafar a Bolivia.
Ovando también expropió a una petrolera norteamericana, la Gulf Oil, pero autorizó una compensación de 78 millones de dólares.
El ministro de Minas y Petróleo de Obando era Marcelo Quiroga Santa Cruz, fundador del Partido Socialista en 1971 y símbolo de los actuales gobernantes, asesinado en el golpe militar de 1980.
Morales, en cambio, no expropió ni expulsó a ninguna petrolera, y de ello se quejan los críticos situados a la izquierda de su gobierno nacionalista, indigenista y populista.
En la época de Busch la principal riqueza de Bolivia era el crudo, mientras que en las de Ovando y Morales es el gas natural.
Los generales ejecutaron sus nacionalizaciones contra empresas norteamericanas a pesar de la fuerte influencia mundial de Estados Unidos, que ejerció presiones económicas y políticas para contrarrestarlas.
Morales convenció a los mandos castrenses para enviar tropas a campos petroleros y refinerías el 1 de mayo pasado y, con las imágenes de los soldados armados en esas instalaciones, las empresas y los bolivianos fueron persuadidos de que el decreto iba en serio.
Además, el gobierno tuvo a su lado a los "movimientos sociales", variopinta alianza de sindicatos, centrales agrarias, pueblos indios, asociaciones de cocaleros y organizaciones de barrios.
Esos sectores integrados en el partido en el poder, el Movimiento al Socialismo (MAS), ya expresaron su fuerza al derrocar al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 y al llevar al gobierno a Morales en 2005.
La nacionalización de Morales, líder de los productores de coca y del MAS, fue resistida por las petroleras y los gobiernos de sus países, que al principio patalearon y amenazaron con represalias y arbitrajes internacionales, pero acabaron amoldándose a las nuevas reglas.
A diferencia de la soledad internacional de los gobiernos de 1937 y 1969, la alianza de Morales con sus colegas de Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Chávez, y su amistad con los de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y Argentina, Néstor Kirchner, ayudaron a calmar la tormenta.
Los seis meses que fijó Morales para alcanzar nuevos acuerdos con las multinacionales se cumplieron y consiguió que no abandonasen Bolivia, que aceptasen sus reglas de juego y, además, que paguen más tributos.
En las negociaciones con las petroleras, en forma más o menos pública, participaron los líderes de sus países de origen, como el brasileño Lula, el español José Luis Rodríguez Zapatero y el francés Jacques Chirac.
Los nuevos contratos -que aún no están en vigor porque Morales y la oposición parecieron aliarse de hecho para demorar varios meses su aprobación parlamentaria- no reconocen ninguna indemnización, porque no hay expropiaciones.
Líderes de la oposición y analistas, e incluso un ex ministro de Morales, Andrés Soliz Rada, aseguran que en realidad no ha habido ninguna nacionalización de los hidrocarburos, y que los impuestos a las petroleras no crecieron tanto como sostiene el oficialismo.
A un año de la nacionalización, que se celebrará este martes con un acto de masas en La Paz, el presidente no pierde ocasión de presentarse en muchos actos oficiales junto con jefes militares.
Desde luego, no los que reprimieron, arrestaron, apalearon y mataron a muchos cocaleros en las huelgas y bloqueos que Morales encabezó en décadas pasadas. EFECOM
jcz-am/jlm
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