Empresas y finanzas

Markopolos: "No creíamos que el caso Madoff se convertiría en una conspiración global que afectaría a 40 países"

Harry Markopolos, el cazador de fraudes que descubrió a Bernard Madoff

La frustración de Harry Markopolos durante cerca de nueve años ha dado sus frutos. Este "detector" de fraudes financieros, que Bernard Madoff llegó a tachar de "payaso", llamó en numerosas ocasiones a la puerta de la Comisión de Mercados y Valores de Estados Unidos (SEC) para advertir de lo que Madoff cocinaba entre bambalinas. Nadie le escuchó y el caso se convirtió en el fiasco más importante de la historia.

Ahora, en su nuevo libro, Nobody would listen, Markopolos consigue sacarse la espina que durante mucho tiempo le hizo sentir como un pelele, y no deja títere con cabeza. Nunca quiso ser "amigo" de los reguladores ni del propio Madoff y asegura que un nuevo fraude multimillonarios se cuece a fuego lento a este lado del Atlántico.

¿Cómo han sido estos nueve años en que la Comisión de Mercados y Valores de Estados Unidos (SEC) le ha ignorado por completo?

Ha sido como un viaje a la dimensión desconocida y una situación increible. Nosotros lo descubrimos a tiempo pero nunca llegamos a pensar que llevaría tanto tiempo que el caso saliera a la luz. Tampoco creíamos que se convertiría en una conspiración global que afectaría a 40 países.

¿Por qué la SEC no consiguió advertir un fraude de estas características, de más de 65.000 millones de dólares, a lo largo de nueve años?

Creo que el principal problema es que cuentan con demasiados abogados y litigadores. Al fín y al cabo son los que dirigen el espectáculo dentro de la Comisión de Mercados y Valores aquí en Estados Unidos cuando en realidad deberían contar con más analistas y gente especializada en números. Por muy desbordados que estén de abogados no hay que olvidar que estos no cuentan con la suficiente elocuencia matemática y financiera como para saber descubrir estos casos de fraude.

Entonces, desde su punto de vista, ¿cómo funcionó realmente el esquema de Ponzi orquestado por Madoff?

Es muy sencillo: robar a Pedro para pagar a Pablo. No hay ningún tipo de inversión subyacente que respalde dicha operación. Lo único que hizo fue pedir dinero a unos inversores para costear las ganancias de otros. Con esta táctica, los beneficios son tan grandes que el boca a boca entre vecinos, amigos es tan fuerte que todos quieren participar en dicha inversión. El problema es que cuando los clientes nuevos dejan de llegar, no existen fondos para financiar las ganancias del resto y finalmente se produce el colapso. Eso es lo que le ocurrió a Bernard Madoff en diciembre de 2008.

Cuando hablamos de un fraude tan grande es imposible pensar que Madoff actuase sólo. ¿Qué piensa usted de su hermano, su esposa, sus hijos...? además, no hay que olvidar que había fondos alimentando este círculo vicioso en todo el mundo.

Por supuesto que no actuó solo. Mi equipo y yo investigamos a Madoff y los fondos que inyectaban dinero a Bernard Madoff Investment Securities durante ocho años y medio a lo largo de dos continentes. Realmente, es cierto, que no investigamos a cada uno de los miembros familiares sino a la familia Madoff en general. Lo satisfactorio es que ahora se encuentra en la cárcel.

Cuando hablamos de sus hijos, que dirigían el negocio de correduría, es difícil no pensar que era casi imposible que no supieran nada. De momento, son las autoridades federales las que tienen que decidir la naturaleza criminal del asunto. Por supuesto, su sobrina y su hermano, Peter, eran los encargados legales de presentar los papeles a las autoridades y nunca lo hicieron correctamente, ahora habrá que decidir si se trata como un caso civil o criminal.

¿Cómo cree que Irving Picard, el tesorero encargado de repartir los fondos a las víctimas, está gestionando la situación?

Aproximadamente la mitad de las víctimas de este círculo vicioso ganaron dinero y la otra mitad lo perdieron todo. Probablemente, los más afectados, aquellos que lo perdieron todo, estarán muy contentos con las decisiones de los tesoreros. Sin embargo, aquellos que se llevaron más dinero del que invirtieron seguramente no estarán nada satisfechos ya que tienen que devolver parte de esos fondos. Así que es una especie de mezcla de sentimientos encontrados.

En su libro usted reconoce que en muchas ocasiones temió por su propia seguridad. ¿Qué o quienes querían que usted mantuviese silencio?

Básicamente tenía miedo de Bernard Madoff y las 339 compañías que alimentaban el fraude y cuyos enormes beneficios y riqueza personal dependían de mantener vivo este sistema. Cualquiera de estas entidades y las personas involucradas tenían mucho que esconder ya que una vez que el fraude comenzase a salir a la luz, comenzarían las demandas y muchos de ellos acabarían en prisión. Por eso temí por mi vida.

Además no hay que olvidar que Bernard Madoff también robaba a pesos pesados del crimen organizado, robaba a personas alrededor de todo el mundo y eso incluía a la mafia. Al fin y al cabo, Madoff tenía mucho que perder si hubiera sido descubierto por aquel entonces y eso puso en peligro mi seguridad y la de mi familia. Ya demostró que no tenía escrúpulos robando a familias enteras por lo que eliminarme del mapa no hubiera supuesto ningún cargo de conciencia.

Echando la vista atrás ¿hubiera hecho algo distinto?, ¿qué hubiera cambiado sobre su forma de actuar?

Por supuesto. En 2002 cuando vi al por entonces fiscal general de Nueva York, Elliot Spitzer, en una conferencia en Boston, me hubiera gustado haberme acercado a él, darle un apretón de manos y haberle mirado fíjamente a los ojos. A continuación le hubiera dicho que podía probar que el negocio de Madoff era un fraude.

Tenía el aval de ser el presidente y consejero delegado de la Sociedad de Analistas de Bostón, con 4.000 miembros, y comerciaba con miles de millones de derivados todos los días. Me sabía bien las fórmulas matemáticas y podía haber probado a cualquiera en menos de 25 minutos que Bernard Madoff era un fiasco. Sin embargo, sólo le di la documentación a un asistente de Spitzer y cuando vi que éste se lo estaba entregando al fiscal general me marché de la habitación sin más.

En estos momentos, la SEC cuenta con una nueva presidenta, Mary Schapiro, bajo un nuevo gobierno demócrata. ¿Cree usted que la supervisión de este tipo de casos ha mejorado?

Este caso hizo que la SEC tocase fondo en sus 75 años de historia y ha provocado que comiencen a imponerse cambios a un ritmo muy rápido. Se han cambiado las prioridades. Antes, los esquemas de Ponzi no tenían demasiada prioridad y ahora, gracias a Madoff, han aprendido cómo descubrirlos.

Simplemente hay que probar que una entidad realiza las inversiones que dice que hace, echando un ojo a sus historiales. Ahora se encuentran en muy buena disposición para desmantelar esquemas de Ponzi pero no cuentan con la suficiente financiación ni talento matemático como para descubrir otro tipo de fraudes.

La prensa de EEUU dice que a usted le gustaría presidir la SEC, ¿es eso cierto? o ¿prefiere actuar por su cuenta?

Me gusta más actuar e investigar por mi cuenta. Normalmente trabajo en casos de fraudes financieros multimillonarios en contra del gobierno o los ciudadanos de Estados Unidos. Prefiero trabajar sólo con un equipo de personas muy reducido. Ya he formado parte de una gran organización y mientras pueda evitar volver a hacerlo, seguiré trabajando por mi cuenta.

La reforma financiera que se cuece en Washington ¿conseguirá realmente poner fin a los fraudes financieros?

Cambiar las leyes no va a servir de mucho, lo que hay que cambiar es a la gente que trabaja en los cuerpos regulatorios. A día de hoy, aquí en EEUU, contamos con seis agencias regulatorias y queremos añadir una más que proteja al consumidor. Con seis o siete agencias, con sistemas informáticos distintos es imposible conseguir "conectar los puntos" y relacionar información. Me gustaría que hubiera un "superegulador" con un sólo sistema informático ya que hay compañías multinacionales que operan muchas áreas de negocio, como seguros, corretaje, inversión, depósitos... y es más fácil que un sólo cuerpo regulador consiga obtener una imagen conjunta de todas estas operaciones.

¿Debería crear la SEC algún tipo de incentivo en Wall Street para cazar fraudes?

Me gustaría que la SEC impusiera un programa de incentivos para que cuando alguien destape o pruebe algún fraude financiero consiga un 15 o el 30 por ciento de la recompensa, como sucede en otras áreas como el Departamento de Impuestos (IRS, por sus siglas en inglés).

Es importante tener zorros que cacen otros zorros porque el presupuesto de los reguladores no da para mucho. En estos momentos, la SEC cuenta con 1.300 millones de dólares para gestionar un equipo de 3.600 personas y eso no es suficiente, tenemos gestores de hedge funds que a nivel personal ganan dicha cantidad al año. Existe un gran desequilibrio.

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