
España es el parqué desarrollado menos cubierto por las agencias de calificación, ya que más del 70% de las empresas no tiene calificación. Esto encarece las emisiones en el mercado de capitales, resta credibilidad, dificulta la valoración y limita la financiación.
Poco antes de las elecciones de 1992, George Bush era considerado imbatible por la mayoría de los analistas políticos, fundamentalmente debido a sus éxitos en política exterior, como el fin de la Guerra Fría y la Guerra del Golfo Pérsico. Sin embargo, James Carville, estratega de la campaña electoral de Bill Clinton, señaló que éste debía enfocarse sobre cuestiones más relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos ante la crisis que se estaba sufriendo. Y ahí formuló la frase célebre: ¡Es la economía, estúpido!, en una exitosa campaña electoral que permitió a Bill Clinton llegar al despacho Oval de la Casa Blanca. Ante la difícil situación en la que está España, y concretamente algunas empresas, más de un financiero debería trasladar alguna máxima así a los directivos con respecto a la escasa preocupación que demuestran frente al rating.
España es la bolsa europea que menos cobertura tiene por parte de las principales agencias de calificación: S&P, Fitch y Moody's. En la actualidad, el 74 por ciento del parqué no cuenta con nota crediticia. Sin embargo, no es porque no le haga falta, ya que a su vez es el mercado más endeudado entre los grandes. Tiene unos compromisos financieros que superan los 250.000 millones, lo que supone casi el triple del beneficio operativo estimado para 2010, frente a menos de dos veces que supone en Francia o Alemania. Hasta hace un par de años, las empresas llamaban a los bancos y éstos les proporcionaban toda la financiación necesaria. Sin embargo, el panorama ha cambiado y mucho. Los bancos han reducido el crédito y las compañías se encuentran con problemas de tesorería.
Uno de los caminos clásicos para conseguir el dinero necesario es acudir al mercado de capitales. Pero éste se cierra bastante para quiénes no tienen nota crediticia. En los folletos de la mayoría de los fondos de inversión de renta fija se prohíbe invertir en emisiones que no tengan rating y estos productos compran más del 40 por ciento de las emisiones de renta fija. "Puede que estemos o no de acuerdo con las agencias de rating, pero lo que sí está claro es que siguen siendo en único baremo en el mercado de deuda y hay que aceptarlo", explica Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB.
Los expertos aseguran que las empresas españolas no tienen calificación, porque no la han necesitado hasta ahora. Sin embargo, ahora se ven en la problemática de que existe una gran incertidumbre sobre España, que puede también pesar a la baja en su nota. "Hay firmas que tienen una marca asentada, que le ha servido para conseguir financiación. Pero si las valorasen, puede que se llevasen algún que otro disgusto", dice un experto que no quiso ser citado.
El principal problema de emitir así es que el mercado va a exigirle una rentabilidad superior, porque es más difícil compararla con otras que ya están cotizando. "Podemos ver emisiones sin rating, aunque estas operaciones resultan más complicadas de diseñar y las empresas deben pagar una pequeña prima para emitir", dice Víctor Abad, director de ING Wholesale Banking.
Si deciden obtener en el mercado financiación sin calificación las dos vías más comunes son la emisión de bonos convertibles y la titulización. En el primer caso, es un híbrido entre la renta fija y la variable, ya que el emisor lo que realiza es un bono, en el que pagará un tipo de interés y al vencimiento el dinero prestado lo devuelve en acciones. En Europa los inversores están más acostumbrados, ya que en torno a un 30 por ciento de estas emisiones se realiza sin nota crediticia. El problema es que tiene un efecto dilutivo para el accionista si la conversión se realiza con títulos nuevos. Por este motivo, los expertos explican que las emisiones de convertibles deberían realizarse como máximo entre un 10 y un 12 por ciento del capital. Esta vía la han realizado Abengoa, FCC, Pescanova y Sol Meliá. Sin embargo, una empresa que tenía al mercado acostumbrado a emitir convertibles era la antigua Dragados, ahora ACS. Otro de los caminos es la titulización, por ejemplo, de los cobros.
A pesar de estas vías, los gestores dicen que es necesario un cambio de visión en las empresas. "El crédito fácil de la banca se va a acabar y es necesario que se asuma", afirma un analista. No en vano, comentan que aunque hay caminos para obtener el capital, la calificación daría disciplina, credibilidad y una mejor valoración de los activos. Y es que el problema ... ¡Es el rating, estúpido!